jueves, 20 de enero de 2022

Enero 2020. Fútbol y amores

 *Independiente 1 - River 2*


Puesto así es un simple resultado, un partido más de miles. Pero para mí no. Mientras la pantalla traía el partido a mí casa, no podía dejar de pensar en como lo estaría viviendo mí vieja, con esa pasión por sus diablos de Avellaneda siempre resignada en pos de verme feliz, y sé, sin dudarlo, que pese a la derrota estaría feliz de que mí equipo haya ganado. Y también papá, mí viejo que habrá tragado saliva cuando declaré mí amor gallinaceo, así y todo, jamás puso un pero delante, y acompañó mis sueños riverplatenses con su mirada bostera del fútbol. 



Anoche, mientras por largos pasajes los jugadores no podían dar más de tres pases de manera correcta, en medio del hastío, mí mente me llevaba de paseo con mis viejos, a aquel primer partido en cancha del pincha y el abrazo con mí viejo ante el primer gol que grité en mí vida en una cancha, y entendí que el no abrazaba mí pasión, sino que se aferraba a mí alegría.

Sé que mí vieja más de una vez rogó por ese gol en contra que me pusiera una sonrisa, lo pensó y lo dijo tantas vez que no le caben dudas, por eso anoche, cuando el partido amenazaba con ser historia, yo reafirmaba que mí historia tenía el sello indeleble de ellos, de sus renunciamientos, porque de eso, en definitiva, se trata ser padre, poner por delante a nuestros hijos por sobre cualquier mirada personal, y yo tuve la suerte, la dicha, la fortuna, de tener padres Padres, con mayúsculas.

Anoche cuando la pelota se detenía por última vez me faltó el comentario de mamá, diciendo " los dejamos ganar ", tratando de ocultar que estaba contenta por mí, y faltó algo que picar puesto en la mesa por las manos temblorosas de mí viejo, lo que nunca faltó, ni ha de faltar es seguir sintiéndome envuelto en el amor que ellos me han dado y que tan profundo me ha marcado. Allí donde estén GRACIAS