lunes, 3 de octubre de 2011

MIS DIAS CON MANUEL - Día 1

Hoy nos levantamos temprano, bien temprano, y en el frío de la mañana comenzamos a desandar ese camino que ya había hecho mentalmente tantas veces en estos últimos días. Antes de salir rumbo a la clínica he besado la panza que te ha cobijado por tantas semanas. ¿Sabés una cosa? Sos un niño con suerte; te ha tocado una madre hermosa, ayer se planchó el cabello solo para recibirte con su mejor versión, estaba tan linda con esa panzota que nos fuimos a uno de esos parques nuevos cerca de casa y nos sacamos un montón de fotos en el mismo lugar donde dentro de poco estarás corriendo envuelto en sol y sonrisas. Noe lucía bella, radiante, a veces se ha visto gorda, pero solo porque no se puede ver con los ojos que yo la veo, pero de todos modos, en poco tiempo más eso solo será una anécdota. Cuando nos recibieron en el Mater Dai, con toda nuestra expectativa a cuestas me acordé por un instante de los nervios y la alegría que teníamos el día que compramos nuestro primer auto y nos fuimos a mostrarlo a tus abuelos, la sonrisa se nos escapaba de la cara, casi que dolía pero no podíamos para de sonreírnos y mirarnos, creo que íntimamente deseábamos que todos nos viesen en nuestra alegría y ahora estábamos igual, exultantes, nerviosos, exhibiendo nuestra condición deseada a diestra y siniestra, recibiendo los buenos augurios de todos aquellos que nos cruzábamos en el camino. Una vez ubicados en el cuarto, prontamente vino la enfermera a preparar a tu madre al acto de entrega más sublime de su vida, ya para esa altura no me quedaban uñas en los dedos por comerme y Noe había hecho caso de ocultar unos cigarrillos de una amiga que habían quedado en casa para que no me los fumase todos juntos. Dicho sea de paso, por favor no fumes nunca, nada bueno hay tras el humo, creéme. A la clínica vinimos con tu abuela Nilda, que está jugando una competencia conmigo a ver quien está más nervioso de los dos, y no es para menos, no solo será abuela, su hija dará a luz y eso debe ser tan movilizante como lo que yo siento ahora mismo, me imagino que mi vieja habrá pasado algo igual cuando nació tu primo Agustín, hace un par de años atrás. El que está que se sale de la vaina es mi papá, tu abuelo, ayer hemos llorado uno a cada lado del teléfono cuando llamó para preguntar como estaba y terminó contando sus propios miedos y experiencias cuando yo estaba por nacer, igual creo que dentro de todo se ha quedado conforme de sentirme seguro, se que nada malo pasará, Noe dará a luz literalmente, porque vos sos un ser de luz que ha venido iluminando a las personas que te rodean con tan solo nombrarte y estás destinado a seguir haciéndolo luego que abandones ese refugio tan cálido que todavía en las primeras horas de la mañana te envolvía.
Cuando te estaban llevando dentro de tu madre a la sala, vinieron mis viejos y mis amigos para bancar la espera interminable. Nos despedimos con un beso de tu madre y me dejaron detrás de una puerta atento a cada ruido, escuchando sin escuchar lo que hablaban los demás cerca mio. Creo que nunca estuve tan nervioso; se que los fríos número dirán que todo se resolvió en una hora, pero te puedo garantizar que fue mucho más largo el tiempo que trascurrió aguardando tras esa puerta vaivén malpintada. A cada uno que entraba o salía lo asaltábamos a preguntas sobre las novedades del interior de la sala, pero nadie aportaba cosas significativas, hasta que de pronto, una enfermera vino a decir esas palabras tan maravillosas que aún hoy al evocarlas me hacen llorar -"vengo a buscar a un padre"- dijo y ya no oí nada más, me metí en la antesala llorando de alegría deseoso de verte y ver a tu madre, cuando me tranquilicé esperando, se oían claritos los griteríos de todos los que habían quedado aguardando del otro lado de la puerta. No sabés que hermosa frase es esa, "Vengo a buscar a un Padre", estoy seguro que el día que la oigas y salgas disparado a buscar a mi nieto no te vas a acordar de esto que ahora te cuento, pero luego, más tranquilo, seguro que entenderás que esa frase vivirá para siempre en vos.
No puedo describir el momento que fué tenerte en mis brazos por primera vez, tan chiquito, tan bello, olías a vida, ni más ni menos, mientras quien te trajo decía cosas que ni escuché tu manitos diminutas se aferraron de mi dedo y alguna lágrima mía te mojó la primer ropa que cubría tu cuerpo. Enseguida trajeron a tu madre en una camilla, un poco dormida, otro tanto dolorida, pero lo suficientemente despierta y entera como para disfrutarte. La gente que aguardaba se marchó para encontrarnos en el pasillo de la habitación, en ese cuarto piso que solo se respiraba vida y esperanzas, y allí nos depositó el ascensor y en mis brazos recibistes todos los saludos de aquellos leales habían aguardado por tu llegada desde bien temprano allí o a la distancia, pero siempre presentes. Ya eras un hecho tangible, real; empezaba tu reinado cuando yo me aprestaba a doblar la curva de la vida; tiempo atrás había imaginado un cumpleaños de 40 de manera especial, pero ni en mis mejores deseos pensaba que podía llegar a tener mejor regalo para celebrarlo.
Para antes del mediodía la gente se marchó envueltos en alegría y nos dejó solos, los tres solos, una nueva familia en torno a vos, a tu figura tan endeble y frágil. Ese fue un momento único, íntimo, nos mirábamos con tu madre satisfechos por el buen trabajo que habíamos hecho.
La verdad es que superastes nuestras expectativas, sos muy tranquilo, muy bueno, casi ni llorás, eso si, ha sido un curso que tomes la teta, pero bueno, a pesar que por ahora Noe se preocupa por ello, yo me he cansado de repetirle que no hay dramas, ya nos habían advertido que sería así y que en pocos días estarías bebiendo a raudales.
Por la tarde cambié mi primer pañal y he descubierto que no traen instrucciones de uso, y que tu colita tampoco tiene un cartelito que indique como limpiarla, por ende, tu primer cambio resultó en una cocecha de algodón, creo que han venido un par de chaqueños a ayudarme, pero luego de un tiempo vos tenías la colita limpia, el pañal nuevo y bien colocado y el tacho de basura rebalsaba de residuos de esa hazaña.
Por la noche, nuestra primer noche familiar, te pusiste a añorar tu estadía en la panza y lloraste con ganas pidiendo una blanca recompensa, pero por ahora no te basta con lo que mamá te da y un dedo de mamadera sirve para llenarte y que tengas hermosos sueños moviendo las manitos mientras nosotros tratamos de imaginar que pensará tu cabecita.
Mientras te veo, en la quietud de la noche, me imagino un montón de cosas a futuro; te ha tocado venir en un mundo raro, la gente, no toda, pero mucha, ha encontrado placer en cosas feas, pero para que preocuparte ahora con eso, si después de todo estoy seguro que vos sos la clave para que eso se revierta, tengo un montón de gente buena que quiere conocerte, no te preocupes, aunque parezca muchas veces lo contrario, la vida vale la pena ser vivida