lunes, 14 de febrero de 2011

EL BESO DE LA SOMBRA



Estaba allí, presente en el aire, etéreo, intangible, intocable. Ella lloraba como tantas otras noches. Su cama derramaba recuerdos que olían a primaveras.
Ella lloraba, y era la pena que en su llanto hallaba la forma de gritar, y gritaba hasta quedarse sin voz, cuando los ojos rojos apretaban los párpados. La mente jugaba con el tiempo. Agujas y almanaques avanzaban y retrocedían sin excusas ni orden. No había pausas. El cabalgar del tiempo no se detenía y ella se montaba en esa travesía, dejándose llevar en un paseo sin riendas ni rumbos.
Seguía llorando, no podía recordar el dulce sabor de la risa. Toda la excursión por los días, no le hablaba de sus grises mañanas ni de noches frías. Por un instante, el beso primigéneo explotó en su mente en llamas y su rostro ceñido por el llanto dio lugar a una leve sonrisa. Su faz cambió. Las mejillas dibujaron nuevos surcos por donde discurrieron las últimas gotas de las lágrimas que aún salían a su encuentro. La pena aun estaba, desde ya, pero la fragancia de ese beso llenó de pronto la habitación con su aroma inconfundible.
¿Porqué ya no estaba? No lo sabía. Pero había sido tan real, tan verídico que el corazón se aceleraba, tan real que era una mentira que el tiempo debiese medirse en años. Ese beso era tan inexplicable ahora como aquella vez, por eso no quiso preguntarse por nada más.
Se levantó resuelta dejando a su sombra dormir el sueño final y, sin sentirse ni viva ni muerta, atravesó una blanca puerta y su sombra quedó atrás

FUTURA MAMA



Serás madre, al calor del verano;
como un árbol cargado en frutos,
como el pimpollo que abre.
Te cansarás.
Las fatigas ganarán las caminatas,
y al fin, vencida ya,
con tus manos sobre el vientre
a descanzar te detendrás.
...Y se hará la luz al verte,
y será un tesoro el hablarte...
Cantaremos por tu panza,
bello niodo materno,
cuna de alabanzas;
rincón de tantos sueños.
Serás madre, en ese día;
cuando algún poeta cante
y el pintor culmine sus frescos.
...Y se hará la luz al verte,
y será uin tesoro el hablarte...
Nueve meses.
Nueve meses serán la espera,
de una caricia reconfortante,
de pechos cargados de vida,
de alguna mirada tierna.
Serás madre, ya lo sabes;
se te nota en la cara, por la sonrisa,
y en esa pancita hoy callada
que pronto hablará a prisa.
...Y tu pequeño crio
en alguna mañana dirá tu nombre,
y en un día de tu otoño
sin darse cuenta
se habrá hecho hombre;
pero volverá a tus brazos nuevamente,
para abrazarte, para besarte...
...Y se hará la luz al verte,
y será un tesoro el hablarte...