domingo, 18 de junio de 2017

La Tele Nueva de Papá

Hace tanto tiempo ya que ni recuerdo el año, imagino que era a fines de los 70´s. En casa había una tele Phillips vieja, obviamente en blanco y negro, que muchas veces para calibrarla había que darle algún golpe en un sector específico y mágicamente arrancaba o dejaba de hacer unas molestas lineas negras que iban subiendo y bajando por toda la pantalla. Recuerdo que mi viejo decía con cierto orgullo que era "semitransistorizada" y por esa época no entendía muy bien que significaba, pero sabía que era importante tan solo por escucharlo a papá, así que a quien me lo preguntase, le decía que teníamos una tele Phillips semitransistorizada.



Papá era joven, más de lo que soy yo hoy en día, tenía todas las ganas de cambiar el mundo y toda la fuerza para hacerlo, y su mundo comenzaba por su casa, su barrio. No hacía mucho que vivíamos allí, unos pocos años, la ciudad se acababa en esas cuadras de tierra con casitas humildes que se mezclaban con un campo incipiente que se resistía a ser desplazado. Mas temprano que tarde papá andaba golpeando puertas para juntar firmas para peticionar distintas mejoras. Así en un buen día, lograron que el camión recolector de la basura pasara zigzagueando entre los pozos de la calle para recoger las bolsas que ya no serían quemadas en pozos en los fondos de los domicilios, un pequeño gran paso para el hombre, pero claro, lejos de darlo por satisfecho, fueron por más, pero para ese más hacía falta plata, que terminaba siendo mucha plata porque las casas eran pocas, así que se organizaron peñas y una rifa que tenía como premio mayor un flamante televisor ¡a color! que se había comprado en Uruguayana gracias a algún vecino que había hecho el viaje.
Se vendieron casi todos los números, porque claro, el premio era tentador, pero por esos azares de la lotería, el primer premio correspondió a un número que no había sido vendido, por ende la tele no tenía dueño, una sola tele para todo el barrio.
Recuerdo que papá vino a casa luego de una reunión en la que se hicieron las rendiciones de cuentas y trajo la novedad que varios integrantes habían propuesto que la tele se la quedase mi viejo en virtud de todo lo que se había movido esos años y no se que más, se imaginan que ya nada más podía escuchar, ¡veríamos a colores! Sin embargo si escuché lo que dijo a continuación, había rechazado de plano el ofrecimiento por no corresponder, y allí si no pude escuchar nada más, el viejo Phillips semitransistorizado seguiría funcionando a los golpes arriba de la mesita de madera, en el momento más inoportuno alguna válvula se quemaría y tendríamos que desarmar la parte de atrás para ver cual no encendía para sacarla e ir a la casa de electrónica con la muestra para traer otra igual y rogar que eso solucionase el nuevo problema porque los técnicos muchas veces eran un lujo que no podíamos darnos, creo que de allí nació mi vocación que acabaría poniéndome en los pupitres de una escuela industrial que me daría mi preciado título de Técnico en Electrónica.
Durante años de golpes al viejo Phillips, no pude entender, desde mi mirada de niño, como no veíamos a colores en la tele, algo que legítimamente nos correspondía. Tal era la bronca que ni recuerdo que pasó con la tele traída en el "deme dos". Llegué a odiar al arcaico Phillips semitransistorizado y celebré cuando mucho tiempo después un presupuesto de arreglo muy caro hizo que mis viejos optasen por comprar una nueva tele, que ya por esa época ni hacía falta decir que sería a colores y sin ninguna válvula traicionera; ni que hablar que funcionaba con un mágico control remoto y los golpes eran cosa del pasado.
Por suerte, no fue necesario mucho tiempo para que la vida ponga las cosas en su lugar, para que al final no fuese tan malo ese tele semitransistorizado, porque después de todo, era nuestro, como tantas otras veces, mi viejo me estaba enseñando, el cariño a lo propio, no creerse más que nadie, la lucha, el bien común y tantas otras cosas más que se hace difícil el seguir nombrándolas, pero mucho más difícil aún, es seguir su ejemplo. Hoy que es el primer día que no puedo abrazarte y volver a decirte que te amo, quise desempolvar ese aparato olvidado que funcionaba a los golpes, como una forma genuina de decirte gracias, gracias y más gracias. Te amo