jueves, 23 de agosto de 2012

Nuestro viaje a la Isla de Margarita


Hola. Claramente puede leer esto alguien que no me conoce, por ende, creo que es bueno aclarar que soy un tipo de lo más común, no tengo grandes ambiciones, lo cual no significa que no tenga sueños; y uno de ellos precisamente era este viaje al Caribe tantas veces postergado por distintas cosas. Deseaba escribir principalmente por mi afición a la escritura, pero también para que alguno pueda usar el relato como guía a la hora de planear una experiencia similar a la que hemos vivido, nuestro primer viaje en avión y con nuestro pequeño hijo. Comencemos por el principio:

Día 0

Luego de dar muchas vueltas y hacer muchas consultas, me decidí y compré una oferta en Letsbonus para irnos los 3 a Isla Margarita a principios de Agosto; la operación la terminé realizando por teléfono y me atendió muy cordial Augusto. ¿Que les puedo decir de esto? Pues que tenía mucho miedo de ser víctima de alguna estafa, máxime teniendo en consideración que no hallé ninguna referencia de alguien que haya viajado de esta manera, aun cuando normalmente yo compro alguna de sus ofertas de gastronomía en mi ciudad; así que la compra en realidad fue también una apuesta de riesgo. Estoy tentado de comentar aquí todas las peripecias para adquirir dólares oficiales, pero no quiero que se convierta esto en un lugar de debate político, sin embargo, baste con decir que me fui con un puñado de verdes que tenía previamente ahorrados con otro destino. El miércoles antes de la salida (el Domingo12 de Agosto) me enviaron los vouchers de los aéreos y de los demás servicios. Por esas paradojas, la empresa que proveía los servicios era una ignota agencia de La Plata, mi ciudad. Los vouchers eran bien escuetos y la verdad es que eché de menos el tener más información, máxime teniendo en cuenta que eramos primerizos en estas lides.

Día 1

Tal cual lo vine previendo los últimos días, apenas si he podido dormir un par de horas por la noche, a pesar del cansancio y de la locura de los últimos días de trabajo, la ansiedad y los nervios han sido más y me han mantenido alerta y atento a los sonidos más mínimos de la noche que se estiraba eterna al son de la lluvia repiqueteando contra el techo de chapa. De todos modos, teníamos que estar a las 5.30 de la mañana en Ezeiza para hacer el pre-embarque, así que igualmente, muy tarde no podíamos levantarnos. Cuando el celular sonó a las tres, con la alarma puesta de apuro a última hora, ninguno chistó para levantarse e ir a tomar la ducha para viajar fresquito. Manu se quedó dormidito hasta que nosotros estuvimos listos con la ropa dejada preparada para el viaje varios días antes, con el fin de prever cualquier olvido o contingencia. Afuera, la lluvia, en otro momento hubiese invitado a continuar con el sueño, pero ahora, solo le agregaba un cierto temor a algún retraso por el tránsito en la autopista. Fede, mi cuñado y eventual transportista, llego puntual cuando nosotros ya estábamos listos y dándole la comida a los perros que se negaban a dejar el interior de la casa, presintiendo con su instinto animal nuestra partida. Cuando al fin estuvimos arriba del auto y la casa comenzó a quedar atrás, perdida tras la lluvia, empezaron a aparecer los miedos y las inevitables preguntas sobre olvidos que por suerte no ocurrieron.

Llegar a Ezeiza es muy sencillo, una vez que te subís a la autopista, si te mantienes a la izquierda, ya no hay que bajarse sino en el mismísimo estacionamiento del aeropuerto lo cual nos ofrecía una relativa tranquilidad. Bajamos el equipaje del auto y cometimos el primer error, aunque lo supimos luego. Los hicimos embalar en un film verde, por seguridad, algo que, además de oneroso con sus 90$ cada uno, resultó ser totalmente innecesario ya que nunca vimos reclamo alguno y en el supuesto caso de extravío, el seguro que te otorgaban no defería del que ya teníamos con la Assist Card y con nuestra tarjeta de crédito, en fin, lección para la próxima. Sabíamos de antemano que tendríamos preferencia al embarque por Manuel, pero eso era todo nuestro arsenal de conocimientos, ambos teníamos muchos miedos de encontrar eventuales errores u omisiones de parte de la agencia vendedora y contando que estábamos en la madrugada de un día Domingo, pocas soluciones podíamos llegar a esperar ante eventualidades; podrán imaginarse entonces el susto cuando nos dirigimos a los terminales de autocheck-in y nos salió un cartelito que decía que debíamos consultar con personal de la aerolínea y se negaba a hacer el procedimiento. Por suerte quien se nos acercó del personal nos dijo que no era problema, que como era una reserva de grupo el check-in era de forma manual, así que nos dirigió a los mostradores directamente, obviando ese trámite y ubicándonos en la parte preferencial por Manuel, que a esa altura se paseaba a medio dormir en brazos de sus tíos por todo el hall del aeropuerto. El trámite fue rápido y sencillo, sabíamos que no encontraríamos problemas con el equipaje dado que lo habíamos pesado y medido en casa, pero obviamente hasta que no lo vimos despedirse por la cinta negra que lo transportaba algunos temores aun habían, aunque sin fundamentos válidos.

Nos asignaron los asientos del medio, lo cual pese a la decepción inicial de no contar con una ventanilla, luego fue una ventaja, ya que nadie ocupo el asiento libre de esa fila de tres, y en algún tramo Manu se durmió cómodamente acurrucado en el asiento en medio de nosotros dos. Un lujo. Luego del preembarque mis cuñados se despidieron dejándonos solos y nos fuimos a la planta alta del aeropuerto hasta que nos confirmasen la puerta de embarque, información que obtuve, luego de esperar inútilmente mas de media hora mirando las pantallas, yendo a preguntar abajo al sector de informes de Ezeiza. Una vez confirmada la puerta 10 ingresamos al sector de embarque pasando previamente por la aduana, donde declaramos las cámaras para evitar sorpresas y luego sorteamos migraciones, también desde el sector preferencial, allí nos tomaron fotos y la impresión digital de nuestro pulgar. Todo veloz y amable. Luego si, ya estábamos realmente en la víspera del embarque, los minutos corrieron previsiblemente lentos, esperando por el llamado que nos depositase en el túnel que nos llevaría al avión que ya aguardaba por sus pasajeros mientras le realizaban las tareas de rutina. 

Manu en el Aeropuerto (Lima)

Sentí un gran alivio cuando antes de las ocho apareció el personal de LAN dando los anuncios relativos al embarque. Nuevamente fuimos de los primeros en abordar, inmediatamente detrás de los pasajeros vip del vuelo. Esa ventaja nos posibilitó guardar el equipaje de mano con comodidad y asegurándole un lugar en los espacios destinados a tal fin sobre nuestras cabezas, aunque daba la sensación de que dificilmente se llenasen todos los lugares disponibles, porque incluso parecían ser bastante más holgados los compartimientos que el tamaño máximo de los bolsos admitidos en la cabina. La aeronave es muy moderna, cuenta con un display en cada asiento, tras el apoyacabeza del asiento delantero que le daba un aire de distinción; sobre cada asiento habían dejado una bolsa plástica transparente, con una manta, una almohadilla y los auriculares. El control remoto del sistema multimedia se aloja en un lateral del asiento y está unido con un cable al mismo, pienso que no es para evitar robos, sino más bien, para eliminar cualquier interferencia en la operación entre los equipos. Nos habíamos ubicado correctamente en los asientos asignados, cuando se nos acercó una azafata y nos sugirió que nos sentásemos en las butacas exteriores de esa fila triple, dejando libre la del medio, para evitar que se ocupe el asiento sobrante cuando al momento del vuelo la gente comenzara a cambiarse de butaca por las razones más inverosímiles. Gran consejo que obviamente seguimos.

Manu dormido entre nosotros

Cuando el sonido del anuncio por los parlantes nos hizo mirar las pantallas frente a nuestras narices y proyectaron un vídeo con las medidas de seguridad del avión, la verdad es que extrañé las explicaciones ampulosas de las azafatas de antaño cuando, paradas al inicio de las filas, en los pasillos, realizaban movimientos y gestos que exaltaban el relato que tenían de fondo, ahora, unos personajes animados mostraban todo suavemente y sin lugar a dudas, de todos modos, como siempre, me pareció que flaco favor le hacían a quien tuviese miedo de volar al recibirlo con un montón de indicaciones por si se cae la aeronave, aunque claramente no estaban de más esas advertencias, pero seguramente el viajero avesado, no les preste mayor atención y solo esté esperando que se acabe el speech y el avión levante vuelo de una buena vez. El relato culminó cuando la aeronave ya estaba detenida en la cabecera, luego de hacer lo que se denomina "taxeo"; el comandante anunció el despegue inminente y los dos enormes motores hicieron vibrar al avión con un cosquilleo debajo de nuestras butacas. De repente liberó los frenos y salimos disparados hacia adelante en una vertiginosa aceleración que en pocos segundos se comió casi todo el largo de la inmensa pista y al final despegamos suavemente aunque era notorio el empuje de los motores. A los pocos segundos, y luego de unos ruidos metálicos que venían del vientre del aparato, sentimos una sensación como que flotábamos, como si el empuje que nos aplastaba contra los respaldos hubiese cesado, y en efecto creo que eso pasó, fue una sensación rara que ya la había experimentado cuando volando en planeador, nos liberamos de la cuerda que nos unía al avión de remolque.

El vuelo fue realmente tranquilo, eventualmente podíamos mirar hacia los costado y observar por las ventanillas abiertas algo del paisaje, en algún momento los Andes nevados nos miraban desde estribor; Manu, eventualmente se despertaba y pedía teta y se volvía a dormir sin muchos reparos, nos sirvieron una bandejita con un omelette, un pan, una porción de lemon pie y unas galletitas saladas a las que se les podía untar queso que venía en un triángulo envuelto en papel metálico; claramente nadie quedaría con el estómago lleno, era un tentempié, sin muchas pretensiones, de todos modos, dudo mucho que viajar con la panza llena sea la mejor de las ideas. 

En las pantallitas se puede elegir videos de la más diversa índole, música, juegos, pasatiempos y otros, aunque encontré realmente muy útil o más bien interesante, la posibilidad de ver un mapa con la posición del aparato y los datos de vuelo en tiempo real. Manu se despertó definitivamente cuando aun restaba una hora de vuelo; así que me lo cargué y lo llevé hasta el fondo de la aeronave donde, como de costumbre, fue haciendo caritas y sonrisas para llamar la atención en espera de que le devolviesen el gesto.

El aterrizaje en Lima fue muy suave, imperceptible. La gente se desesperó por desembarcar aun antes de que nos detuviésemos por completo, así que nos quedamos en nuestros asientos aguardando a que se liberase el pasillo y pudiesemos sacar las maletas de mano con comodidad sin andar a los choques y empujones con los demás pasajeros. Acá es útil remarcar un par de cosas. Uno, es que si bien nos habían dado el voucher con los vuelos, y luego nos dieron los correspondientes tickets en Ezeiza para cada tramo del viaje, nadie nos había informado que debíamos bajar en Lima a pesar de tener que abordar luego la misma aeronave, como ya dije antes, no hubiese estado de más algún tipo de instructivo, y segundo, si bien inicialmente no nos agradaba la idea de un vuelo con escalas que hacía más largo el vuelo y nos robaba casi un día de playa, luego agradecimos que así fuese, ya que al viajar con una criatura las cosas cambian. En Lima, con toda tranquilidad, pudimos cambiar y asear al nene, además de nosotros mismos; si bien en los aviones, en los baños, hay una tabla que se despliega para convertirse en cambiador, no creo que esa sea la mejor opción, además, con Manuel totalmente despierto, lo pudimos dejar que gatee y pasee a su antojo por el aeropuerto, cosa que es casi totalmente vedada en el avión, por ende, si me lo preguntan, si viajan con niños muy chicos, no creo que sea mala idea transformar un viaje de 8 horas en dos de 4 horas y media cada uno, de todos modos, como siempre digo, esta es mi experiencia, cualquiera puede pensar diferente y será totalmente válido también.

Con Manu aguardando volver a embarcar en Perú



El 767-300ER que nos llevó todo los tramos

A poco más de una hora de haber descendido en Lima y habernos paseado por la zona de pasajeros en tránsito, rápidamente nos llamaron para volver a abordar el avión, que como ya dije antes, era la misma aeronave que nos había traido hasta allí, aunque para este nuevo tramo tenía asignado un nuevo número de vuelo; la verdad es que me resultó por lo menos llamativa esa circunstancia. Nuevamente nos permitieron ascender con preferencia mientras Manu iba haciendo caritas y saludando con la mano a las personas que lo habían visto ir gateando de un lado para el otro de la sala de espera en la zona del embarque. Teníamos asignados los mismos asientos, así que no nos fue difícil hallar la ubicación en lo más mínimo, eso si, vale la pena mencionarlo, los carteles indicadores de los asientos están por lo menos demasiado desplazados de la correcta ubicación, más de uno se ha sentado en una fila posterior u anterior justamente por ese motivo, una pavada, algo muy fácil de resolver, pero que de todos modos, con simplemente estar atentos, se soluciona sin mayores contratiempos. Una señora se sentó en el asiento libre que le asignaron junto a los nuestros, pero muy amablemente, dado que viajaba sola, se ofreció de motus propio a buscar cualquier otra ubicación a fin de dejarnos la plaza del medio libre para ubicar tranquilamente a Manuel, lo de tranquilamente claro que es un decir, Manuel despierto se sube sobre nosotros, se alza en nuestras piernas mirando por sobre nuestras cabezas a la espera que alguna cara nueva le devuelva alguna sonrisa o le haga algún gesto cómplice.

Otra vez el viaje fue sin ningún tipo de inconvenientes, a pesar de haber cambiado a toda la tripulación, el personal de cabina continuó desplegando su amabilidad. Otra vez nos trajeron una bandeja con la comida, y esta vez me avivé de pedirle que me deje un café junto a la comida, ya que en ningún momento lo ofrecían, aún cuando lo llevaban en sus carritos; otra vez la comida no era gran cosa, pero no se los podía acusar de entregar productos de mala calidad. Cuando el viaje ya se nos estaba empezando a hacer largo, las urbanizaciones en los cerros que bordeaban el mar nos anunciaron que estábamos próximos al siguiente destino, Caracas, y luego de un breve rodeo cada vez a menor altura, aterrizamos en Caracas sin ninguna novedad. La pista y el aeropuerto en sí, parecen ser realmente muy largos, cosa que seguramente agradecen los capitanes al momento de despegar con sus pesados aviones en un lugar tan cálido y tropical.

Nuevamente descendimos últimos, en el avión, previamente nos habían dado unas planillas para que llenemos declarando las cosas nuevas que ingresaríamos al país, incluyendo cosas inverosímiles como perfumes y elementos de aseo, en fin, mucho no nos podemos quejar nosotros de esas cosas. Otra vez nos dieron prioridad en migraciones, lo único a resaltar es que tuvieron alguna duda con el hecho de que el D.N.I. de Manu no llevase foto, a pesar de que claramente dice en el espacio destinado a tal fin que la foto debe incorporarse a los 6 años, de todos modos eso no nos demoró ni nada, solo es un comentario. Luego vino el control de aduanas, en donde tuvimos que volver a pasar el equipaje por los detectores y pasar nosotros por el arco sin pertenencias metálicas, y como siempre, nuevamente pasamos con prioridad por ir con Manu a cuestas. En todo momento el personal se mostró desatento, en todas la acepciones de la palabra; desatentos porque daba la impresión de que estaban pensando en otra cosa distinta a la que estaban haciendo, ni miraban las pantallas o cosas por el estilo, y desatentos en cuanto al trato|, no brindaban respuestas, o lo hacían de mala gana. Encima casi no hay carteles indicadores en el aeropuerto, siendo que este está hecho a nuevo hace muy poco tiempo.
Como les dije, el aeropuerto es muyyy, muyyy largo. Integra en la misma estación las operaciones internacionales y de cabotaje, eso hizo que debiésemos caminar unas 4 cuadras dentro del mismo con las valijas, para llegar a la zona de los vuelos interiores. Obvio que nadie ni nada te indica que hacer, y uno debe recurrir a preguntar a las personas con la esperanza a que sean idóneos en esas lides. Algo que me pareció raro fue que hayan largas cintas para evitar tantas caminatas, sin embargo no se podía ir con los carritos sobre ellas, aunque si uno claramente podía llevar las valijas prescindiendo del carro, es una pena que nadie hubiese informado que al final de la cinta cualquier pasajero podía recoger los otros carritos que aguardaban del otro lado también. Luego de preguntar a varias personas sobre donde teníamos que ir para encontrar la empresa Venezolana de Aviación, terminamos apareciendo mágicamente del otro lado de los mostradores y allí había aguardando una chica con el cartel de Hover Tours, que era la empresa hacia la cual estaban dirigidos los vouchers, así que sin pensarlo, nos encontramos con nuestra ayuda de manera fortuita, sin saber en lo más mínimo que esto sería así, lo cual es una queja a LetsBonus, ya que dado que ese servicio estaba pago, no era un gran sacrificio habernos indicado que teníamos que dirigirnos a tal sector del aeropuerto y ubicar a nuestro enlace de Hover Tours que nos estaría aguardando cartel en mano. La chica muy atenta, Marina, aguardó por otras dos parejas a las que debía brindarles el servicio, luego nos enteramos que habían comprado de la misma forma que nosotros por internet; ante los cual se me ocurre que es una pena que no nos hayan informado antes de partir que seríamos un grupo, digo, como una forma de llegar a apoyarnos mutuamente ante cualquier contingencia, quizás incluso, reuniéndonos y presentándonos en Ezeiza; como siempre nada grave, pero algo que bien se podría haber instrumentado y podría haber sido de utilidad en algún momento. En definitiva fuimos con nuestra coordinadora a los mostradores de la empresa de aviación y nos emitieron los respectivos tickets, aunque nuevamente hubo algún tipo de problemas con el pasaje de Manu, sin que me llegasen a explicar que pasaba, de todos modos, como estábamos con la coordinadora, la verdad es que no me preocupé mucho y me hice de los tickets al poco tiempo.

El vuelo a Margarita se retrasó sin explicaciones, como siempre la falta de información fue una constante. El espacio para aguardar era bien pobre en sillas, lo que hizo que la mayoría optara por esperar tendidos en el suelo. Incluso cuando el embarque parecía inminente, porque en el mostrador se acercó personal, que no emitía palabras más que entre ellos solamente, la cola que se formó para el embarque fue sin ningún orden ni criterio, nosotros nos ubicamos en la cola paralela que se había formado con las personas que llevábamos niños, pero no me fueron invisibles las caras de disgusto por esa situación que hacían aquellos que habían hecho la cola general, incluso, cuando abrieron las puertas y empezaron a pedir los tickets para el embarque, llamaron indistintamente a los pasajeros de la cola que fuese, quien estirase la mano con los tickets más próximo al personal de control, embarcaría primero, un despropósito. El avión era un viejo Md80 o uno similar, claro que mucho más pequeño que el de nuestros vuelos anteriores. Los elementos acusaban los años de uso, pero estaban todos y todos funcionaban. Me pareció exagerada la cantidad de personal de abordo que había, me imagino que era para tratar de brindar a todos en el corto tramo de vuelo la posibilidad de hacerse con la bebida y el snack que servían ni bien el aparato se estabilizó en las alturas. El despegue fue mucho más corto y empinado que con el Boeing, pero no nos dio sensación de inseguridad ni nada por el estilo, tan solo un poco más de adrenalina; al poco tiempo, cuando ya habíamos descendido  lo suficiente, las luces de la isla comenzaron a dejar adivinar sus contornos contra el mar. El aterrizaje fue más vibrante y la corta pista obligó a la inmediata aplicación de los motores en reversa para acortar el recorrido. Ya era noche cerrada cuando llegamos y se notó en el aeropuerto, la terminal estaba desierta, desolada; casi sin personal. Me llamó la atención lo lejos que estacionó el avión de donde estaba la puerta de ingreso que nos asignaron, pero no era nada del otro mundo, máxime teniendo en cuenta que a pesar del cielo encapotado, no llovía y la temperatura era por demás de agradable. Ni bien recogimos las valijas del carrusel, nos dirigimos a la puerta y allí otra persona con el cartelito de Hover Tours nos estaba aguardando con una combi esperando en la entrada misma. Cargamos las valijas con ayuda del chofer y subimos al vehículo para desandar los últimos kilometros que nos separaban de nuestro destino. Gran parte del trayecto se hacía por zonas donde estaban las luces viales apagadas y el conductor nos explicó que esto era porque la energía era escasa, venía como el agua potable y los insumos, desde el continente, y muchas veces era insuficiente, así que antes que cortar el suministro residencial, optaban por interrumpir el alumbrado público, algo que me trajo reminiscencias de mi juventud y los cortes programados de electricidad. Además nos insistió en que si o si usáramos bloqueador solar y que no se nos ocurriese beber del agua de los grifos, so advertencia de visitar el baño durante toda la estadía. La distancia la cubrimos en aproximadamente tres cuartos de hora, por ende, al fin llegamos al hotel cuando la eran las 22:30 hora local, algo así como la medianoche de Argentina, casi 20 horas después de haber salido de nuestro hogar, pero al fin estábamos allí. Debo decir que sentí una gran emoción cuando bajé de la combí y me dirigí al lobby del hotel, pero el cansancio del viaje solo me daba tiempo a pensar en llegar a bañarme y descansar.


Panorámica 360° de la recepción


Por la hora de nuestro arribo, no pudimos tomar la cena, aunque nos habían dejado preparados un insulso sandwich de jamón y queso a cada uno, que por un rato, hasta las 23, podríamos acompañar con cualquier bebida en el bar de la piscina. A pesar de lo desabrido, todos nos comimos nuestra minúscula cena y luego nos fuimos a nuestras habitaciones. A nosotros nos asignaron una habitación matrimonial, la 309, ubicada en el primer sector de habitaciones detrás de la recepción, en el bloque que quedaba más próximo al lobby y al pequeño almacén interno que tenía el pretensioso nombre de Boutique.

Panorámica 360° de la habitación


La habitación es enorme, toda la construcción parece ser antigua, aunque no por ello de mal gusto, al contrario, la edificación es clásica del estilo mediterráneo, con sus paredes onduladas en blanco rabioso, con elementos de madera pintada en marrón oscuro que contrastaban con el blanco omnipresente. El baño es muy sencillo, tiene un calefón eléctrico colocado con muy mal gusto con caños flexibles y adaptaciones sobresaliendo por doquier; la ducha no tiene mampara, solo una cortina de baño; esto no era nada trágico, en casa también es así (no el calefón), solo que me pareció que con poco hubiesen dejado una mejor impresión. El ingreso fue algo complicado, se trabó la llave y al intentar girarla se partió, por ende tuve que ir a la recepción y enseguida mandaron (handy mediante) a una persona de mantenimiento, quien sacó la llave incrustada y nos dió otra de reemplazo, todo en menos de 10 minutos, notable y loable por la hora en que ocurrió. La habitación nos aguardaba con el equipo de aire acondicionado encendido, lo cual se agradeció inmediatamente. El equipo era una vieja y ruidosa unidad compacta, de las llamadas de ventana, pero que funcionaba a la perfección y el ruido que producía no era después de todo tanto, o será que el cansancio con el que llegábamos a la habitación era tal que el ruido parecía un suave arrullo. El cuarto poseía una mini heladera (vacía) y un viejo televisor de tubo de 20 pulgadas, que en nuestro caso no funcionaba bien, ya que la imagen se veía borrosa, fuera de foco. El hotel Le Flamboyant es muy grande, tiene varias unidades, por suerte, la nuestra, era de la más alejada de la piscina, por ende de la más alejada de los ruidos.


Panorámica 360° Piscina y parte de uno de los restaurants


Nuestra habitación arriba a la derecha



Día 2

Exclusivamente por culpa de la costumbre y del cambio de horario, me terminé despertando bastante temprano. Las pesadas cortinas de la puerta-balcón de la habitación ocultaban todo el generoso sol que ya iluminaba toda la escena detrás de ellas. Me asomé corriéndolas y nadie se veía caminar por los senderos bordeados de verde. Manu se despertó detrás mio y comenzó a dar vueltas en la cama reclamando atención y, cuando no, comida de su madre. Nos bañamos y nos dirigimos a nuestro primer desayuno en la isla, además de ya habernos cambiado listos para comenzar a disfrutar de la playa. Por supuesto que hicimos caso estricto de las recomendaciones de ser generosos con el bloqueador solar, así que fuimos a desayunar más blancos de lo que habíamos llegado. El desayuno se sirve en el restaurant que da a la pileta. Es autoservicio, hay para hacerse sandwiches de jamón, queso y otra cosa blanca, algunos tipos de bizcochos regionales, algo así como unos pequeños panqueques que se los podía untar con mermeladas; claro que había pan y manteca y en el final del mostrador, una señora amablemente te preparaba una suculentos omelettes con lo que desearas ponerle, que en mi caso siempre fue con jamón y queso. Te podés servir café, jugo, té frío o caliente y no se si algo más había, aunque a mí no me sacaron del café bien negro. Acá encontramos una pega, pero por la falta de información, nosotros nos fuimos con una tonelada de cartoncitos de leche para Manuel, pero resulta que en todo el hotel no hay donde calentar la leche, no hay microhondas, una pena, porque de haber sabido, le hubiésemos llevado la leche en polvo, ya que si te proveían de agua caliente para las infusiones, de todos modos, luego pudimos suplir esa falencia llenando el lavatorio del baño con agua caliente e introduciendo la mamadera allí hasta que tomase temperatura, demás está decir, que con los treinta y pico de grados que todos los días había, ni el nene, ni nadie hubiese extrañado que la leche no esté tan caliente como usualmente, de igual forma, creo que es bueno que la gente lo sepa, y si lo lee alguien del hotel, que piense que no es una inversión muy grande poner a disposición de los viajeros uno o dos microhondas en el restaurant. Luego de estar pipones con el desayuno, y sacarle algunas fotos a los pajaritos negros que no tienen ningún tipo de reparos en andar dando vueltas por todo el comedor buscando migas, nos fuimos los tres a la playa.

Los pajaritos negros hambriento 
Manu en su sillita

Manu luciendo su primer gorrita



La playa del hotel fue un gran acierto. El lugar se llama Playa el Agua, sabrá Dios porqué, lo concreto es que en la zona no hay muchas edificaciones, creo que las más importantes son nuestro hotel y el Hesperia, que dista a unas 3 ó cuatro cuadras de nuestro emplazamiento. Nuestro hotel tiene un club y bar de playa; sales del hotel y caminas unos treinta metros a la izquierda, y ya puedes descender a travez del bar y encontrarte con que te esperan las sombrillas y las reposeras. Aquí también nadie nos informó nada, ni la agencia de viajes, ni el hotel, no es nada grave, pero recuerden que este parador no está justo enfrente del hotel, como era de esperarse, sino unos cuantos metros a la izquierda, con decir que lo encontramos de casualidad y por indicación de una de las tantas chicas que se la pasan ofreciendo masajes de todo tipo. La playa en sí misma es bien amplia, hay una gran distancia de arena hasta llegar al agua y se extiende pienso que por alrededor de un kilómetro, estando nosotros casi en el medio mismo. La arena no es la arena blanca de las fotos, la encontré similar a la de algunas playas de Brasil, pero claro que no es esa masa marrón que encontramos por ejemplo en Mar del Plata, por ende, para nosotros, estaba por demás de bien. Pienso que eso de la arena blanca de las fotos, se debe principalmente a que cuando el sol se eleva, realmente calienta y seca y la arena, sumado a la gran cantidad de iluminación que ofrece el astro rey, hace que las fotos salgan sobreexpuestas en los fondos, si uno quiere tomar primeros planos, yo mismo lidié mucho con eso cuando comencé a sacar las fotos del lugar. Igual nos encantó. Pasemos al agua. Lo primero que tengo para decir es la temperatura. ¡Que lindo! Tibia, agradable a más no poder pedir, más cálida que, por ejemplo, Tainha, una playita que encontramos perdida cerca de Bombinhas, la verdad es que era un lujo meterse en el agua; los primeros metros de mar muestran una agua trasparente, que obviamente se oscurece con los remolinos de mar que traen las olas que se desarman uno metros más adentro; luego de sortear algunos desniveles, estimo que unos veinte metros mar adentro, ya la cintura queda por debajo del nivel del mar y si bien se pueden observar los pies, ya el agua no es cristalina, creo que es por las olas permantentes, que si bien no son de gran envergadura, no sejan en su llegada a la playa. También hubo todo los días, bastante presencia de algas, algo medio desagradable, pero a lo que uno se acostumbraba, o en mi caso, casi que las sorteaba, dado que me iba a nadar más allá de donde las olas molestaban y donde apenas si podía hacer pié con mi metro ochenta y pico. Nunca hay mucha gente, o mejor dicho, para que no parezca una verdad absoluta, nunca hubo mucha gente. El bar abre a las 11 y dura hasta las 16, hora donde, además de cerrar el bar, se llevarán las reposeras y las sombrillas, aunque a esa hora, estas últimas casi no son necesarias gracias a la sombra de los cocoteros y palmeras del borde de la playa. En el bar se pueden pedir gaseosas (refrescos le llaman allí), jugos y bebidas nacionales, además de cerveza y algunos tragos sin muchas complicaciones. Para mí, durante toda la estadía, solo fueron daikiris de frutilla, algunas eventuales margaritas y mucha cerveza; Noella casi siempre me robó algo de mis bebidas y ella tomaba Sprite (chinoko, si Chinoko la llaman acá, dice eso en el envase). Nunca me negaron un trago y nunca tuve que esperar para obtenerlo, a pesar que el barman era uno solo.

Panorámica de la playa con reposeras y toldos

Panorámica 360° de la playa

Con mi campeón dormidito


Ese primer día, Noella se hizo una sesión de masajes con la morocha que nos indicó donde estaban las reposeras de nuestro hotel, pagando algo así como 250BsF, aunque luego se acercó una señora muy amable que resultó tener todo armado a nuestras espaldas con gazebo y camilla incluidas para brindarte los masajes. A mi no me gustan, pero a Noe si.

Todo el día pululan personas ofreciendo artesanias, lentes y algunos pareos, gorros y algunas otras cosas típicas de playa, también pasan ofreciendo ostras que las llevan en un balde y en otro llevan los limones, claro está que las ostras son recién salidas del mar, sin embargo no vi a nadie que les comprasen, aunque los restos de conchas esparcidos por la playa a la tarde, claramente delataban todo lo contrario. Todo, todo se regatea, nunca se queden con el primer precio ni con el segundo, si le demuestras interés, lo mejor que puedes hacer es decir que no para obtener el mejor precio, peleando obtendrás muy buenos precios en especial en la especialidad del lugar, las perlas, pero tengan en cuenta que arrancaron pidiendo 300 por un collar y terminamos comprando a mucho menos de la mitad. Los lentes fueron una sorpresa, no parecían caros de movida, pero como yo tengo que usar lentes con corrección, nunca compro lentes de sol, sin embargo uno de los que vinieron a ofrecer, cuando le dije eso para que no me ofreciese más, me dijo que tenía que probar unos lentes que eran "ópticos" polarizados, claro que lo deseché de plano, toda vez que no pensaba poner lentes con una dudosa corrección, sin embargo me insistió en que no tenían corrección, que eran polarizados, así que ante tanta insistencia me los probé y la verdad es que quedé fascinado. El polarizado que él decía, es el de los filtros polarizados de las cámaras de foto, el que sabe algo de fotografía sabe de que hablo, por ende, los reflejos de sol se atenuaban o desaparecían y dejaban ver un paisaje con un contraste impresionante, realmente no echaba de menos los lentes con la corrección, por el contrario, era tal la nitidez con la que se veía que parecía que tenía mis lentes colocados, tan satisfecho estaba que no pelee el precio casi nada y me quedé con ellos por 150BsF.

Las reposeras bajo la sombrilla


Al mediodía, el sol es inclemente, la sombrilla es un refugio escaso y el mar apenas si refresca, por ende, tomamos nuestras cosas y nos marchamos para ducharnos y almorzar. En este punto también creo que vale la pena resaltar que llegamos con nuestros cuerpos con arena que se repartió por toda la habitación, recién el último día nos percatamos, que a un costado del deck del club de playa del hotel habían un par de duchas a tal fin, pero como siempre, nadie nos dijo nada, ni mucho menos había cartel indicador alguno.

En el restaurant el almuerzo se sirve de 12 a 14.30; al igual que la cena, es autoservicio y podés elegir entre una variedad de ensaladas para preparar, jamón y queso, sopa que lucía muy apetitosa, pero que nunca probé, ya que no me parecía buena idea sopa caliente con los treinta grados que habían. También siempre había platos de pastas, arroz, pescado, carnes y verduras; en general siempre eran ricos y no nos tocó repetir nunca, ni tampoco vimos que repitiesen los platos para alguna variedad, claro que, como siempre, podíamos ver como alguno se llenaba el plato con ensalada mixta, luego le ponía en un borde papas al horno, en otro costadito arroz con azafrán, arriba un filet de pescado y arriba de eso un bife de cordero en salsa agridulce, obviamente a esa persona, la comida nunca le iba a parecer variada y quizás tampoco rica; en lo que a nosotros respecta, en general siempre tratamos de respetar lo de la entrada y el plato fuerte; también en la plancha sirven más omelettes o hamburguesas (que estaban deliciosas, caseras) o te calentaban el pan si hacías algún sandwich. No nos podemos quejar, te servís las veces que quieras, lo que desees; si tuviese que objetar algo, pero solo para mejorar, diría que los postres son escasos, si no eres de lo primeros en servirte, lo más probable es que no encuentres sino las migas de los mismos, de todos modos nunca fueron gran cosa y eran la parte flaca de la cocina, también estaba el hecho de que no casi no hubiesen frutas, solo melón y sandía y no se que otra cosa que algunas veces cortaban en trocitos y servían cual ensalada de frutas, de todos modos sabíamos que todos los insumos venían del continente y que a veces estaban medios limitados por eso mismo, sin embargo, una banana para darle al nene no hubiese estado de más. Las bebidas como siempre las puedes obtener en la barra, tanto en la de la piscina, donde te darán todo en vasitos plásticos, como en la barra del restó a la carta que se encuentra sendero de por medio del otro restaurant, allí te servirán en vaso de vidrio aquello que les pidas. En todo momento el personal es muy atento y cordial, te retiran los platos vacios sin dar la sensación de que te están corriendo y siempre encontramos todo muy aseado. Además había un par de sillitas para el nene, por ende le podíamos dar de comer tranquilos sin tener que estar teniéndolo sobre nuestras piernas, aunque eso tampoco hubiese sido muy problemático ya que varias veces come así conmigo, y como es tan tranquilo no representa mayor problema. Por suerte Manuel come de todo, así que no debíamos andar sacando un plato aparte para él, aunque siempre cuidábamos de no darle salsa ni picantes. Creo que me había olvidado de mencionar, ahora que hablamos de comida, que en el avión nos ofrecieron una papilla de manzana en un frasquito para el nene, que como estaba dormido no la comió.

Un plato normal de lo que comimos

Panorámica 360° restaurant y zona de pileta

Luego de comer opíparamente, nos fuimos los tres a confirmar las reservas de tres excursiones que habíamos concertado via internet con una agencia de la isla que publicaba sus precios y nos dejaba pagar en su local con la tarjeta de crédito en dólares, con lo cual no ahorraríamos nuestros preciados verdes para otros usos. Aquí tengo que hacer otra anotación al margen. El proveedor de los transfers, Hovers Tours, también ofrecía, logicamente, excursiones para realizar, lo que por ende era una pena que no se nos hubiese informado antes, ya que podríamos haber realizado excursiones con el grupo que nos acompañó, siempre que a uno le guste esa idea, claro, además de hacer que la coordinadora pueda ganar su merecida comisión por la venta de los paquetes, lo cual nos puso en una situación algo incómoda al momento de volver a encontrarla esa mañana en el lobby del hotel ofreciendo las excursiones de su empresa; como siempre, algo que se podría haber evitado simplemente con información previa, pero una vez más, tampoco era eso algo tan tremendo en sí mismo. Con la experiencia del cansancio del viaje a cuestas, decidimos anular uno de los  3 paseos que teníamos previstos, toda vez que no queríamos llegar al viaje de regreso muy cansados, ni nosotros, ni Manu, que previsiblemente, sería quien más lo sufriría. Acordamos que realizaríamos el martes la visita a la Isla de Coche, de la que tan buenos comentarios habíamos leido y oido, y el jueves haríamos el tour 4x4 por toda la isla y dejaríamos pendiente, si es que aun teníamos fuerzas, el paseo del nado con delfines. La página de la agencia es http://www.islamargarita.com/magic-tours-espanol.htm . No hubo ninguna modificación en cuanto a lo pactado de los precios y la operación se realizó en euros, a 1,2 dólares por Euro, lo cual se paga sin problemas con la tarjeta Visa Internacional. Quizás este sea un punto para hacer un alto y mencionar que si bien la tarjeta Visa Classic es internacional, lo es solo para los paises limítrofes, para los demás hay que llamar previamente, una semana antes del viaje, al centro de atención Visa de manera tal que registren la posibilidad de operaciones en el exterior y se eviten complicaciones inútiles. Luego de haber finiquitado el tema de los paseos, nos fuimos nuevamente rumbo al club de playa, previo paso por alguna de las tienditas que bordeaban el camino de regreso al hotel. Nuevamente nos instalamos bajo una sombrilla cubiertos de bloqueador solar y por turnos nos íbamos metiendo al agua mientras el otro se quedaba con Manu que por momentos se dormía y en otros jugaba alrededor de las reposeras. Cuando alrededor de las 16 la gente se comenzó a retirar, nosotros hicimos lo propio para bañarnos e ir por el snack prometido a la vera de la piscina del hotel. Puntualmente, a las 5, se acercaron los mozos con un carrito y descubrieron una bandeja con un budín insulso y un par de galletas sin mayores pretensiones. Como era de esperarse, la gente se agolpó en torno al carrito y a mí que no me gusta nada ese tipo de situaciones de desesperarse por una galleta, obviamente que decidí que en ese mismo momento se acababan las meriendas en el hotel. Previo paso por la enésima cerveza, nos fuimos al cuarto donde ensayamos una pequeña siesta y por la noche otra vez al restaurant donde volvimos a comer muy bien.

Antes de la cena, instalan junto a la piscina, un puesto de artesanías con precios muy acomodados, que seguramente no le pueden competir a los precios de la playa, pero me pareció una idea original y piola. Junto al bar de las piscina hay un espacio para espectáculos, donde se hacen las actividades recreativas para los huéspedes. Luego de la cena, Manuel ya comenzaba a claudicar y pedía a gritos que lo llevasen a dormir, de todos modos, esa noche debíamos irnos temprano, dado que el transfer hasta el embarcadero para ir a la isla de Coche llegaba bien temprano, privándonos incluso del tiempo para desayunar.


Día 3

Antes de continuar no quería dejar de hacer mención a un par de cosas que pienso por demás de útiles; primero el tema del cambio, ya todos saben que es imposible obtener dólares oficiales para ir a Venezuela, por ende pueden llevarse verdes solo si los compran en el paralelo, independientemente de si eso es legal o no, y lo aclaro solo para evitarme problemas, al día de hoy, hay que pagar algo así como 6,40 pesos por cada verde y algo así como 1,10 pesos por cada bolivar, sin embargo, como era de esperarse, los dólares allá cotizan en alza y en todos los lados te ofrecerán cambiarte los verdes, no te desesperes por hacerlo al primer postor, por más atractiva que te resulte la cotización, nosotros arrancamos cambiando 100 verdes en el aeropuerto de Maiquetia en Caracas a 8,50 bolívares cada uno para poder pagar las tasas aeroportuarias internas, y terminamos recibiendo 870 bolivares en la boutique del hotel por cada 100 dólares que cambiamos. Si sacan la cuenta verán que no es drama llevar verdes de los caros, miren este ejemplo. Para comprar 100 verdes, precisan 640 pesos, por este mismo dinero le darán algo así como 610 bolivares; ahora bien, si llevan esos 100 verdes y los cambian allá, recibirán 870 bolívares, unos 830 pesos mas o menos. Les aclaro que el cambio así es ilegal y en teoría está perseguido y castigado, sin embargo, hasta en la playa un vendedor nos cambió sin mayores reparos, de todos modos, por seguridad y comodidad, bien vale la pena hacerlo en la boutique del hotel o con la coordinadora del viaje, si es que fueron en un tour grupal como nosotros. Ya que la mencioné, la boutique tiene de todo un poco, abre sus puertas bien temprano, cuando el sol despunta, y cierra poco antes de la cena. Los precios no son exagerados, máxime teniendo en cuenta que es el único lugar en varias cuadras a la redonda donde conseguir ciertos artículos, como un simple chicle (goma de mascar).

Tal cual lo acordado, bien temprano estaban por nosotros en la puerta del hotel. Una furgoneta vidriada, creo que una Hiace o algo similar era nuestro transporte hasta el embarcadero. Cuando subimos, solo teníamos libres los asientos del fondo, dado que todas las demás plazas estaban ocupadas. Igualmente, daba la sensación que allí adentro habían un par de personas de más de lo idealmente correcto para un viaje cómodo. Los asientos son bien finos y con poco espacio para desplegar las piernas, pero por suerte el viaje no iba a durar más de una hora, así que esas dificultades eran sobrellevables. Ni bien subimos agradecimos la generosa presencia del aire acondicionado, se ve que era potente, dado que con tantas personas, y con el calor que ya había en el exterior, verdaderamente era preciso un caudal frío bastante importante como para que nos llegase hasta los últimos asientos a donde habíamos ido a parar, aunque la gente en las primeras plazas evidentemente iban sufriendo el frío de la combi sobre sus cabezas.

Las personas que iban era un grupo que eran familiares o amigos, en todo momento se mostraron amables y conversadores, además de ir desde un principio pendientes de nuestro hijo, que como es su costumbre, iba regalando caritas y sonrisas a todo el mundo. Junto a nosotros, en la última plaza de asientos iba una chica con su hijo de unos 10 años, el pobre no se sentía nada bien, incluso le tuve que facilitar una bolsita dado que tenía evidentes intenciones de vomitar, tal era su malestar, esas dos personas no parecían integrar el grupo familiar, pero nadie protestó cuando se abrió la ventanilla para que llegase algo de aire al chico e inmediatamente se esfumó todo el frío del interior de la combi.
El trayecto se hizo largo, pero además, como era de día, pudimos apreciar lo alocado que manejan en esas latitudes, realmente cualquiera hace lo que se le plazca, Macri se daría un festín de multas en cualquier ruta de la isla. Nadie respeta la más mínima conducta vial, pero lo que más me llamó la atención, es que nadie toca la bocina o protesta, aquí sería una sinfonía de bocinazos y habría algún que otro muerto por día en alguna discusión subida de tono por alguna maniobra, lo cual me lleva a recomendar que ni se les ocurra alquilar un vehículo para recorrer la isla, aun cuando la nafta a precios ridículos sea una tentación, realmente manejan muy mal.
El embarcadero es poco mas que una casucha a orillas del mar y un precario espigón de madera. En dos mesas te toman los datos improvisadamente y te cobran una tasa de no se que cosa, a la par que te ponen una nueva pulserita para identificar el grupo de embarque al que perteneces, el nuestro era el que iría en el catamarán que salía casi una hora después. Inmediatamente a continuación del atracadero, hay una playa sucia en la que una sucesión de pequeñas lanchas delatan que esa zona es la de los pescadores. Por todo el area se pasean pelícanos a la espera que los pescadores le ahorren algunas sambullidas en el mar en procura de alimento, la verdad es que no me los imaginaba tan grandes como eran cuando los vi de cerca.





Habían un par de opciones de traslado a elegir al momento de contratar el tour, nosotros habíamos optado por ir en catamarán pero sin ninguna razón en particular, cuando al fin el barco se decidió a ir junto al muelle, la gente se lanzó en una romería a hacer una cola desordenada, por nuestra parte, el grupo que iba con nosotros en la combi, nos hizo señas para que fuésemos junto a ellos que estaban en los primeros lugares, así que agradecimos el convite y esperamos al inicio del muelle de madera que nos diesen la autorización para el embarque. Manuel a esta altura ya se había hecho amigo de la familia que nos había guardado el lugar y andaba de brazos en brazos. Antes de subir te obligan a abordar y viajar sin calzado sin importar el tipo del mismo, para ello, muy adecuadamente, te ofrecen unas bolsitas plásticas en donde alojar tu calzado. La nave tiene dos niveles para los pasajeros, la cubierta principal que es por donde se ingresa y tiene la barra en el frente, y el nivel superior en donde transcurre la diversión con la animación que viaja con el grupo y va filmando y fotografiando el viaje con la idea de vender ese material luego como un recuerdo del mismo. Como nosotros ibamos con Manu, no subimos, nos quedamos junto a esa familia en los asientos de las primeras mesas, ya que no les he dicho, la nave tiene mesas largas con asientos a sus lados. Manu mientras tanto iba en la otra mesa, rodeado de mujeres y dando sus primeros besos a las chicas que se la pasaban fotografiándolo para nuestro regocijo.


Manu haciendo sociales


El viaje es agradable, tranquilo; en el bar te sirven gaseosas o cerveza y creo que también ron o alguna otra bebida blanca similar, aunque para mí, esta vez con la birra estuvo suficiente. El catamarán no se mueve mucho, pero tampoco hay grandes olas que sortear, en algún momento nos detuvimos para que pudiésemos largarnos y disfrutar del agua, cosa que no pude resistir, así que tomé mi flamante filmadora "waterproof" y me largué sin reparos. El lugar no era muy profundo, solo lo suficiente como para que la embarcación pase sin riesgos para su casco, lo que no me agradaba era la fuerza con la que te movía el agua y que no me dejaba filmar tranquilo ni arriba ni debajo de la misma, nadie tenía snorkels, pero hubiese sido un gran acierto llevarlos dado que el agua era muy clara y se veía el fondo sin dificultad pese a estar en mar abierto. Luego del chapuzón, reemprendimos el viaje con destino a la isla. En el lugar no hay atracadero, por ende el barco fondea cerca de la playa y hay que descender con todos los patates a unas lanchas que se arriman por popa a recoger a los pasajeros y depositarlos casi en la arena misma de la playa. lo cual en nuestro caso se torno un poco peligroso, toda vez que ibamos con Manuel, pero por suerte no hubo accidentes.



En la popa del barco


La playa es por lejos mucho más linda que la del hotel, la arena es bien blanca, y el agua si bien no es más clara, al menos no tenía molestas algas. Sin embargo, se echaba de menos algo de paisaje tropical, solo unas pocas palmeras perdidas a lo lejos y nada mas, daba la impresión de ser un lugar virgen tomado por asalto. En la zona donde teníamos asignadas las reposeras con las imprescindibles sombrillas, improvisaron un bar en donde no pararon en repartir bebidas que habían venido junto a nosotros a remolque en una lancha tras el barco.


Vista parcial de la playa en Coche

Noe y Manu en el agua en Coche antes de regresar


En el barco me había anotado para hacer un paseo a una zona en donde hacer snorkeling, y apenas me instalé me llamaron para salir en una lancha rumbo al lugar, en un paseo que no duraría más de una hora. La verdad es que no disfruté mucho del paseo, principalmente por ir solo. Te llevan a una zona en donde hay poca profundidad, de hecho se hace pié sin esfuerzo y allí los tripulantes toman algo así como unos erizos y los parten para que vengan los peces y te saques la fotito, o la otra foto clásica con una estrella que parecía de utilería, me pareció todo demasiado artificial, encima, anduve luchando con mi cámara merced al movimiento del agua que no me dejó tener una toma mas o menos estable, aunque algún que otro pececillo pude registrar a las perdidas. Cuando regresé, Noella estaba en el agua con Manu feliz jugando con las olas, asi que aproveché a tomar un par de fotografías de esa sonrisa que espero nunca pierda.

Tal cual lo vaticinaron, el sol es inclemente en el lugar, nosotros seguíamos bajo una capa de bloqueador, así que no corríamos muchos riesgos, de todos modos, a Manuel periódicamente le aplicábamos una nueva capa que lo protegiese. Cuando el sol ya estaba vertical sobre las cabezas, poca gente estaba en la playa, la mayoría buscaba algo de refugio bajo las sombrillas. Fué allí cuando nos llamaron para ir a almorzar (que estaba incluido en el paquete) a un lugar no muy lejano de donde estábamos, pero si lo suficiente como para requerir de un transporte. Como nos habíamos ubicado en las reposeras más alejadas de la playa, quedamos en los primeros lugares al momento de hacer la cola para el transporte, sin embargo, como el prometido transporte no venía y estábamos todos bajo el ardiente sol, el guía nos sugirió que nos desplazaramos un par de metros debajo de un techo en el lugar donde rentaban los cuatriciclos y allí se desarmó el orden, máxime cuando se arrimó a recogernos el vehículo y grande fue la decepción al ver que el mismo era una rudimentaria camioneta a la que le habían adosado unos no menos rudimentarios asientos y una lona que servía de refugio contra los rayos del sol. Según manifestó el coordinador, en teoría debía ir un ómnibus con capacidad para todos, pero la verdad no me resultó creible la excusa de la rotura de la unidad, eso provocó que la gente se lance en malón a tratar de conseguir algun lugar, obviando mujeres, niños y modales, con decir que con Noe nos tuvimos que hacer a un lado para evitar ser atropellados y tuvimos que esperar hasta el cuarto y ultimo viaje en donde pudimos subir sin mayores reparos. Claro que al llegar a destino nos encontramos con la sorpresa de que no habían lugares, al menos no los habían bajo la primitiva proteccion del techo, por ende tuvimos que andar recolectando mesas y sillas por doquier y terminamos almorzando junto a una pareja que había compartido ese último viaje y terminó compartiendo nuestra mesa también. La comida no era gran cosa comparada con la del hotel, pero era algo, yo me traje dos platos en el mismo viaje y me los comí sin remordimientos, aunque creo que se podía repetir si uno lo deseaba. El lugar del almuerzo era muy precario y si me lo preguntan, dudo que reuniese las mejores condiciones de higiene, eso dejando de lado a las moscas que habían por doquier, pero que difícilmente asustara a alguien como yo acostumbrado a comer los chorizos de la cancha previo a los partidos de futbol. Cuando estábamos dando nuestros primeros bocados, la gente que había arribado en el primer lote ya se comenzaba a retirar y allí entendí el problema, nos habíamos perdido casi tres cuartos de hora de playa esperando por ser llevados al comedor. Esta vez, merced a que algunos demoraron bastante con sus almuerzos, no regresamos en el último de los viajes, pero eso sí, cuando la camioneta salió con nosotros rumbo a la ruta, se mandó sin mayores reparos y sin importarle que viniese otro vehiculo, al que se le interpuso en el camino muy peligrosamente. Este es un buen espacio para decir que las medidas de seguridad en los transportes y en todo en general son casi inexistentes, la camioneta no tenía la más mínima de ellas y en toda la playa no ví a un solo guardavidas, me parece que en ese sentido, uno está acostumbrado a otro tipo de recaudos, así que o bien no hay mayores preocupaciones por esos items, o definitivamente hay muy pocos abogados por eso lares.

Al regreso en la embarcación se repitió el rictus de ir en la cubierta inferior mientras la mayoría optaba por viajar arriba bailando y realizando prendas y juegos para pasar el rato de navegación, que como siempre, a la vuelta parece durar mucho más que a la ida. A mitad del trayecto estábamos cuando una embarcación menor nos comenzó a superar al parecer sin mucho esfuerzo; fue allí que el capitán de nuestro barco decidió acelerar, pero para susto nuestro, al forzar los motores, pronto comenzó a salir un humo gris de la zona trasera del barco, lo que hizo que uno de los que iban como coordinadores le pidiese a gritos que no forzara más los motores; de todos modos, fue un hecho menor y que no puso en riesgo ni mínimamente nuestro viaje. Cuando llegamos ya estaba aguardando por nuestro grupo la misma combi que nos había llevado por la mañana, así que emprendimos el regreso al hotel, esta vez con más espacio, toda vez que la señora con el niño descompuesto ya habían regresado anteriormente en otra embarcación dado que la criatura no se había recuperado de su malestar. Para nuestra sorpresa, la familia que tan bien se había portado con Manu, estaban alojados en un complejo de departamentos a la vuelta de nuestro hotel, así que hicimos el viaje de regreso por completo junto a ellos.

Una vez ya en el hotel, repetimos la ceremonia del aseo y la cena abundante, como siempre, a nuestras espaldas, en el restaurant, por la noche había actividades, pero el cansancio haría que durante toda la estadía no nos acercáramos a disfrutar de ninguna de ellas. También ese día vimos como desfilaban por todo el hotel unos jovencitos que estaban en su viaje de graduación, algo así como nuestros tradicionales viajes de fin de curso a Bariloche. Por suerte, para nosotros, los alojaron en la zona nueva, cerca de la piscina, ya que luego, según nos contó el personal del hotel, al poco tiempo ya andaban borrachos y haciendo destrozos por doquier, en alguna noche tiraron las sillas y reposeras a la piscina y hasta incendiaron no se que cosa en los pasillos de las habitaciones. Por lo que me dijeron, eso pasaba siempre, y en esta época, así que les recomiendo que averigüen bien por esa situación, si bien claro está, a nosotros nunca nos dio dolor de cabeza alguno, tan sola alguna noche tardamos algo más en el restaurant por lo lleno que estaba de los chicos, además, no están nunca, solo en la noche, no me pregunten a donde se van, pero lo cierto es que por lo general llegaban siempre una vez que nosotros ya bañados nos aprestábamos a tomar la cena.


Día 4

Otra vez hicimos un día de pura playa. Esta vez tomamos la decisión de dejar de usar el bloqueador solar y ponernos en su lugar un protector de elevada graduación, toda vez que estábamos más blancos que cuando habíamos arribado, obviamente que esta elección no lo incluía a Manuel, quien durante toda la estadía estaría cubierto del bloqueador solar infantil. Como siempre al mediodía fuimos nuevamente al hotel por el almuerzo, pero esta vez regresamos a la playa más tarde, y nos encontramos con que a esa hora era la mejor para disfrutar tranquilo del lugar; mucha menos gente, el sol no molesta, por ende no necesitábamos refugiarnos bajo el amparo de las sombrillas, si bien tampoco nos dejaban las reposeras, la verdad es que eran innecesarias toda vez que íbamos provistos de una manta de playa. Manuel era el que más disfrutaba de esa hora, gateaba por toda la playa y ante el menor descuido se nos mandaba directo para el agua, en especial si había chicos dentro del mar. Creo que para los tres ese era el momento del día que más aprovechábamos, podíamos jugar tranquilos con el nene y este no paraba de moverse y reírse. También en la playa aproveché para cumplir un sueño junto a Manu, un sueño que en realidad le precede, pero que estoy feliz de haberlo realizado, siempre me ha perseguido la imagen de tomarme una foto con mi hijo a caballito en una playa los dos con la camiseta de River, y el hacerlo realidad la verdad es que me emocionó mucho más de lo que muchos puedan imaginar, sin dudas, para mí, esa será una de las mejores postales del viaje.

Cumpliendo un sueño


Hay un detalle importante que merece la pena que lo comente, a los pasajeros que se quedan más de 7 noches, el hotel les obsequia una cena a la carta en el restaurant que está al lado del que usamos normalmente, previa reserva de los lugares en la administración, nosotros al enterarnos hicimos la reserva para ese miércoles, así que fuimos a la hora pactada con la expectativa de encontrar algo distinto y en realidad lo único que varió es que había un mozo que te atendía, ó dos si contamos que el barman te traía las bebidas a la mesa, por lo demás, los platos que se ofrecían en la carta eran exactamente los mismos que se iban a ofrecer durante nuestra estadía en el otro comedor, igualmente la atención era esmerada y los platos llegaban a la mesa bien presentados, así que bien vale la pena hacer la reservación y dejar que te den un "mimo" con la atención, a lo cual retribuimos con una generosa propina antes de retirarnos.



Cenando a la carta


El hotel cuenta con una sala de wifi muy bien acondicionada, con sillas y mesas donde apoyar los aparatos electrónicos y un generoso aire acondicionado que mantenía el lugar bien frío. Sin embargo el servicio casi nunca anduvo, en parte porque se les desconfiguró y otro tanto porque manos anónimas rompieron el router que estaba en una caja de acrílico, una pena porque nuestras expectativas de comunicación estaban centradas en el uso de la internet con nuestros teléfonos celulares, igualmente, el hotel cuenta con un par de teléfonos públicos que se pueden usar con unas tarjetas de prepago que salen económicos 10 BsF y te sirven para llamar a fijos de Argentina por una media hora aproximadamente, lo cual no deja de ser muy barato, eso sí, hay que ser paciente para ingresar todos los dígitos y que la conexión se establezca, pero cuando se logra, la voz llega clara desde tan lejos, así que cuando hubo internet, solo la usamos para subir algunas fotos al facebook o chequear los emails.


Día 5

Esta vez no necesitábamos levantarnos temprano para tomar la excursión, sin embargo, para evitar sorpresas, fuimos de los primeros en ir a procupar nuestros desayunos. En el comedor se repetía una y otra vez una escena que nos agradaba mucho, la gente le hablaba a Manuel, le preguntaba como estaba o donde había estado y él devolvía sonrisas o saludos con la mano, incluso hasta algún que otro mozo se acercaba para saludarlo, casi que todos sabían de él e ignoraban a la vez nuestros nombres, de hecho, estoy seguro que ha sido así, pero eso no ha hecho otra cosa más que agradarnos y contribuir a que nuestras vacaciones hayan sido tan perfectas, nada mejor que como padres que encontrar esas actitudes para con nuestro hijo, a la vez que sentíamos que él realmente estaba interesado en que sucediese de esa manera, toda vez que es una criatura por demás de sociable.

El vehículo debía pasar por nosotros a las 9 en punto, sin embargo cuando ya llevaba más de 15 minutos de retraso y toda vez que habíamos cambiado la fecha de la excursión, me decidí por llamar a la agencia que nos había vendido el tour, la cual se disculpó por el error y prometió subsanarlo inmediatamente o avisarnos al hotel de que lo haríamos al otro día. Sin embargo, no hubo ningún llamado y cinco minutos luego de mi llamada, frenaba raudamente una Mitsubishi 4x4 en la puerta del hotel preguntando por nosotros. El vehículo no tenía puertas laterales, había que ascender desde atrás como si se tratara de un vehículo de carga, y de hecho creo que así lo era y estaba acondicionado para cumplir ese rol. Cuando subimos fue gracioso ver que nuestros únicos compañeros de viaje serían una pareja de color que estaba en su luna de miel y que solo hablaban inglés, toda vez que eran de Granada, en Centroamérica, quizás lo realmente gracioso, fue que una vez arriba, el conductor, que a la vez era el guía, comenzó a hablar exclusivamente en inglés, con lo cual con Noella nos miramos y no pudimos ocultar nuestras sonrisas. De todos modos, el guía luego hablaba la mitad en español, no obstante, yo me defiendo bastante bien con el idioma del tío Sam, así que durante todo el viaje fuimos hablando bastante fluido con ellos y oficiando de traductor entre Noe y la señora de él. Ambos resultaron ser personas muy agradables y él en especial me daba charla sin parar, aunque algunas veces le perdía el hilo de la conversación antes alguna palabra que desconocía, claro que a veces lo interrumpí para manifestarle que no le había comprendido, pero él, Alfred, no se hizo mayores problemas y trató de encontrar otras palabras con las que expresarse y yo lo comprendiese.

El tour en sí mismo es 4x4 por el vehículo que nos lleva, en ningún momento nos internamos campo a traviesa, aunque algunas rutas no estaban en el mejor de los estados, tampoco era para requerir de tamaña camioneta. El real sentido de la aventura lo daba el chofer, si los demás eran locos manejando, él no estaba dispuesto en quedarse atrás; en las calles más angostas se las ideó para pasar a toda prisa esquivando motos, autos y personas. Fué en ese viaje que me convencí de lo acertado en no haber rentado un automovil para pasear por la isla, si bien no soy una persona temerosa al volante, dificilmente pudiese tener el nivel de locura que todos exhibían al manejar.

Lo primero que visitamos fue el Castillo de Santa Rosa, una antiquísima construcción que domina un valle y que ofrece impactantes vistas de todo alrededor, una pena que no tuviese mayor información histórica para los turistas, incluso los cuadros no mencionaban las personas que estaban retratadas en ellos. El lugar además de bello era realmente interesante, habían unos pocos cañones originales de la época colonial y algún  que otro material antiguo, pero como ya dije, todo sumido en la más absoluta desinformación. Realmente una pena, aunque las fotos del lugar resultaron ser muy atractivas







Al salir del castillo nos encontramos con otras personas que habían ido con la misma empresa, pero en otros vehículos, allí nos explicaron los próximos pasos a seguir y tuvimos que optar por la comida que tomaríamos más adelante cuando parásemos a almorzar en una playa. En este punto nos cambiaron de camioneta a otra practicamente igual, pero conducida por el mismo chofer, y se nos unió una joven parejita de venezolanos que también estaban en su luna de miel, así que Noella agradeció volver a poder conversar sin mi ayuda, aunque a mí se me hizo más común andar traduciendo practicamente todo al inglés y al español según de quien viniese la conversación, toda vez que esta nueva pareja tampoco hablaba un ápice del inglés, y el guía no se por que motivo hacía casi todos los relatos solamente en inglés.
Lo próximo que visitamos fue el Valle del Espíritu Santo, un lugar dedicado a la veneración de la Virgen del Valle, construido en torno a una capilla con su imagen, todo el paseo se limita a varias cuadras con puestos uno al lado del otro ofreciendo las más variadas cosas no necesariamente con motivos religiosos, de todos modos, me pareció que los precios que ofrecían no eran del todo cristianos, por así decirlo, lo bueno es que Alfred era de los míos, no estaba dispuesto a pagar de más por lo que comprase, así que anduvimos por varios puestos regateando precios para divertirnos un rato mientras nuestras mujeres se iban a buscar el baño. De allí partimos raudamente y atravesamos sin detenernos por un pueblito de pescadores que en teoría tenía un atractivo turístico, pero no se si será por lo rápido que pasamos o por la raleza y pobreza del lugar que no me llamó la atención en lo más mínimo y la verdad no eché de menos el haber parado allí por razón alguna. Seguidamente fuimos rumbo a la laguna La Restinga, en donde dimos un paseo en unas lanchas de madera a motor, realmente el lugar está lleno de recovecos y es muy extenso, plagado de canales a los cuales les han puesto distintos nombres simpáticos, "Canal del Beso", "Tunel del Amigo" y varios otros del mismo tenor; el paseo estaba incluido en le precio abonado y la verdad es que vale la pena realizarlo. En una de las vueltas, medio a escondidas, el conductor de la embarcación nos señaló la presencia de unas estrellas del mar en el fondo, y con cuidado tomó una y permitió que nos sacáramos una foto con ella; si bien él lo mencionaba como una práctica que estaba prohibida, me parece que todos los conductores, en mayor o en menor medida permitían a sus pasajeros hacer esa actividad, quizás esperando un reconocimiento económico al finalizar el viaje (ahora que lo pienso, no le dejamos nada).






Ni bien bajamos, el inefable conductor nos estaba aguardando para salir nuevamente disparados a nuestro próximo destino, el almuerzo en una parador junto a una playa que se llama Punta Arenas.
Al llegar ya nos estaban esperando con la mesa puesta bajo la sombra, el lugar era bien precario, pero no había nada por objetarle, la comida que podía ser pollo o pescado resultó ser sabrosa, pero me parece que a ninguno le interesaba mucho el tema de comer, todos estábamos más preocupados por ir a la playa a disfrutar de una rato de relax luego de tanto andar sentados de acá para allá, por ende ni bien almorzamos, nos fuimos rumbo a las carpitas junto al agua y estuvimos disfrutando del mar por una hora aproximadamente. La playa no difiere mucho de la playa del hotel, tiene el encanto de lo virgen y el agua me parece más clara y sin las molestas algas, pero como todo el paseo era ir de un lado para el otro de la isla, realmente no tuvimos mucho tiempo de disfrutarla, aunque ninguno de los 6 protestó cunado se hizo la hora establecida de volver a encaramarnos en la camioneta. Salimos otra vez a la ruta con el apuro de todo el viaje, nuestra próxima y última parada era la zona de Juan Griego, desde donde obtendríamos en teoría muy bellas vistas del atardecer, toda vez que en esa zona el sol se ocultaba en el mar. En si fuimos a una construcción fortificada a la salida de la bahía, que dominaba toda la zona costera y otorgaba un panorama bastante claro de la región, que dicho sea de paso, es realmente de una belleza notable, sin embargo, como aun faltaba bastante para que el ocaso se diera cita en el lugar, salimos nuevamente rumbo a un mirador en donde si pudimos ver descender al sol, aunque sin que se ocultase en el mar.



Aunque la parejita de venezolanos estaban un poco desanimados porque querían ver ese espectáculo, a sabiendas de lo peligroso del tráfico, interiormente me alegré de no tener que transitar de noche por la isla, así que luego de las fotos de rigor y una foto grupal que nos tomó el conductor, nos volvimos bebiendo las últimas botellas que aun quedaban sin abrir. Como era de esperarse, llegamos al hotel ya de noche y muy cansados, por eso, luego del necesario baño, nos fuimos a cenar para estar en la cama temprano tratando de reponer energías


Días 6 y 7

Como siempre todo lo bueno se acaba pronto. Aun nos faltaban un par de días para partir, pero ya ese viernes comenzamos con los preparativos para el regreso. Como estábamos muy cansados, habíamos decidido no hacer otra excursión, incluso cuando teníamos ganas de volver a la Isla de Coche, pero evaluamos que sería mejor disfrutar de la playa del hotel y descansar para tener un regreso relajado. Los preparativos incluían comprar los infaltables regalos para nuestros amigos y familiares, para ello, principalmente fuimos a una pequeña feria a una cuadra del hotel, en donde había varios puestos con artesanías y prendas de las mas variadas. Como siempre Noella elegía y yo peleaba los precios. En algún momento Noe perdió el temor y ella misma se ponía firme en no pagar de más y andaba regateando sin ponerse colorada. En la playa, sin proponérselo, le salió bien presisamente por no tener dinero encima. Se acercó un vendedor, cuando ya casi no quedaba un alma en la arena y le ofreció collares de perlas. Noe, fiel a su costumbre los estuvo observando, pero cuando le dijo el precio, le respondió que ya había comprado a mucho menos, pero que igual no tenía dinero encima, a partir de allí comenzó un show que yo miraba sin decir palabras, el vendedor cada vez bajaba más sus precios o le ofrecía incorporar nuevas cosas, a lo que Noe respondía que no una y otra vez, ya que como les dije, no tenía dinero encima, sin embargo, llegó un momento en que la oferta era por demás de tentadora y convino con el vendedor en que la esperase que iba a la habitación por el dinero, y en efecto, asi lo hizo, fue por el dinero, feliz de haber conseguido un buen precio. Mientras tanto, el vendedor se quedó conmigo y me comentaba de cosas de la vida de allí, fue en ese momento que me percaté de que su gorra tenia impresa la imagen de una niña que debería ser su hija y rezaba en letras rojas "Super Papá". Puede ser por la nostalgia de estar próximos a partir, demasiados daikiris o el cansancio o no se que cosa, pero la verdad es que me emocionó eso tan simple, me acordé de mi viejo laburando sin descanso y de mi vieja cociendo pilotos para venderlos afuera y tener un mango más para la casa, ellos en definitiva eran también mis super-heroes; yo lo veía a Manu seguir excavando la arena con las manitos y no podía dejar de preguntarme como me vería él luego cuando tuviese uso de razón. Me quedé pensando en silencio, mientras Noe no venía, en la integridad de ese padre que salía a caminar la playa sin descanso en procura de dinero para los suyos, que duro, pero que loable, me acordé también de ese primer vendedor que se persignó mirando al cielo cuando nos vendió un par de collares y en ese momento nos resultó anecdótico, pero ahora, cuando este nuevo muchacho me decía que era su primer venta del día, no pude menos que ponerme triste por un lado, pero alegre por otro, sintiéndome un privilegiado. Claramente se que nadie me regalo nada, que si lo miro con un sesgo egoísta, podría decir que me lo merezco, pero nunca me olvido de aquellos que la tienen que pelear con armas más limitadas de las que la vida me dio en suerte, y eso me pasa acá o a 10.000km. Noella al fin vino con el dinero en la mano y el vendedor, de la alegría de haber concretado una venta importante, le obsequió un par de rudimentarios pendientes de perlas blancas. Creo que a partir de allí vi todo ese mundo que está invisible, la gente trabajando por poco dinero, el que juntaba las reposeras y las sombrillas, los mozos, el personal de limpieza, toda esa gente que parece oculta y nos pone una alfombra roja a nuestros sueños, la calle de pronto se colmó de autos andrajosos que se estacionaban mezclados con camionetas cromadas y lujosas innecesariamente. Manuel seguía gateando por la playa y había que seguirlo para evitar que se fuese directo al agua y yo me sentía inmensamente feliz, agradecido, fuerte. Esos dos últimos días, los disfrutamos por completo, en toda la estadía no encontramos una gota de lluvia que nos arruine el día, ninguna nota que nos manche nuestra estadía, pero esos dos días fueron de lo mejor que pasamos, estábamos los tres juntos en un paraíso del que hay gente que ni sabe donde está y otra que lo sueña toda una vida sin poder despertarse a la vera de ese mar cálido de los piratas Caribe. Sentía también todo el aliento de la gente que nos quiere, felices de que nosotros, gente común, realice algo tan importante, estábamos allí por nuestro sacrificio, pero también por la buena energía de quienes nos estiman.

Marisa, la guía de Hover Tours, se comunicó con nosotros para arreglar el tema de nuestra partida el día Domingo, saldríamos del hotel a las 9 de la mañana, lo que me parecía en realidad demasiado exagerado, porque por un lado el vuelo de cabotaje salía recién luego del mediodía, pero mejor ser precavidos, quizás lo que me hacía más ruido era el hecho de que estaríamos realmente mucho tiempo antes en Caracas, unas 6 horas antes, a todas luces me parecía una enormidad de tiempo que perderíamos en el caluroso aeropuerto de Maiquetía, pero ya estaban echados los dados.

La última noche estuvimos paseando por el hotel y dejamos algunas propinas al personal que tan bien nos había atendido, y cuando nos fuimos a acostar por última vez en ese lugar, la verdad es que ninguno de los dos estaba triste por la partida y Manu ni se daba cuenta de lo que sucedía y seguía jugando con su pelotita de River

Día 8

Fuimos temprano a desayunar por si tenían que revisar la habitación al hacer el check-out, pero en realidad no se fijaron en nada y ni falta hacía obviamente. Dejamos las últimas propinas guardando los últimos Bolivares para las tasas de los aeropuertos y ya casi no hubo tiempo para más. La combi pasó puntual por nosotros y la gente que se volvía en nuestro vuelo. Acá les puedo comentar, que los que optaron por viajar con Conviasa se quedaban un día más, pero sin embargo, casi sin exepción, todos protestaron por el servicio que recibeiron de la empresa de bandera de Venezuela, en especial cuando les comentamos de las comodidades de nuestro avión (pantallas individuales, estrenos, etc), a ellos ni mantas para el viaje les proporcionaron, a pesar de que estaban todas apiladas en los asientos de la clase ejecutiva, así que también en ese item creo que acertamos con la elección de un día menos, pero viajando por LAN.

El vuelo de cabotaje esta vez fue por Laser, antes había sido Venezolana de Aviación, y me pareció que estaban algo más ordenados, en especial por el hecho de que no tuvimos que andar esperando a que apareciese el piloto de la aeronave. En algo nuevo para mi, ascendimos por la parte trasera del avión, aunque luego nos dimos cuenta que se podía realizar lo mismo desde la puerta cercana al morro, lo cual hubiese convenido más dada la ubicación de nuestros asientos, por ende, tuvimos que transitar el angosto pasillo esquivando a las personas. El despegue esta vez fue bastante más vertiginoso, en especial porque ni bien inició el pronunciado ascenso, viró hacia nuestra derecha, dejando nuestra ventanilla mirando el mar y la costa, dando la sensación de estar colgados del aire, y en cierta manera si lo estábamos, luego cuando completó el viraje, se estabilizó y todo por debajo se hizo chico e irreconocible, mientras el personal de abordo comenzaba a repartir la bebida y un budín pequeño. Nuevamente el vuelo fue por demás de corto y el aterrizaje en tamaña pista no tuvo el menor de los problemas, eso si, el carreteo hasta la terminal parecía nunca acabar, toda vez que habíamos acabado en el sector internacional y teníamos que ir al de los vuelos internos.

Maiquetia, estaba peor de como lo habíamos dejado, parece ser que el fin de semana es el peor de los días para viajar en esos lugares, la gente iba y venía, todo era un hervidero y la desorganización era el común denominador, no me voy a detener demasiado en esta parte, pero si o si quiero decir que me llamó la atención la desorganización de LAN, la falta de respeto y el poco criterio para todos los procedimientos. Por otro lado, migraciones le dió la razón a la guia que nos hizo ir con tanta antelación, tardamos una eternidad en un lugar atestado de gente y sin aire acondicionado, con el nene a cuestas que se dormía mientras se empapaba de traspiración, todo para que cuando ya quedaban tres personas por delante nuestro venga un personal de allí a indicarnos que pasaramos por otra ventanilla con los niños, cuando al consultar al inicio nos dijeron claramente lo contrario, alegando que en ese lugar no había sector o ventanilla preferencial de embarque. Para completarla, y con el hambre a cuestas, decidimos comer una hamburguesa en Burguer King, bueno, redefinieron el término de Fast Food, tardaron 45 minutos en darme mis dos hamburguesas ante la desesperación de Noe que aguardaba sentada impaciente en el patio de comidas viendo como los minutos se esfumaban y se acercaba la hora de partir. Antes de embarcar también tuve que discutir con una de las asistentes de LAN, siempre por el mismo motivo, una estúpida que luego de que le pidiese su nombre diciéndole que llegaría a Buenos Aires a poner mis quejas a LAN, decidió que yo había escuchado mal y que ella no me había mandado al fondo de la cola con el nene a upa, en fin, cuestión de cultura. Igual yo ya etsaba fastidioso, así que todo me iba a venir mal, de todos modos, la mayoría de los pasajeros me cedían el lugar en la fila o mismo los del sector vip nos invitaban a hacer la cola allí mismo, a mí y a otras dos mujeres que viajan con sus niños pequeños, pero bueno, parece ser que esas son las reglas y hay que contar con ello la próxima vez que piense un viaje así. Lo bueno es que en Lima fue todo lo contrario, una organización de primer nivel, una atención exquisita, hasta organizaron el embarque según las filas de asientos asignados para no andar a los empujones en el pasillo, algo tan sencillo como eso, pero que parecía imposible de consebir en Caracas.

Los dos vuelos fueron sin mayores dramas, Manuel durmió poco, no se porque, y como estaba bastante molesto Noe debía darle el pecho bastante a menudo. El catering de abordo fue igual que en nuestros vuelos de ida, por ende no hay mayores objeciones y el personal como siempre fue muy amable con todo el pasaje.

Llegamos bien de mañana a Ezeiza y como era feriado, nadie nos dio mayor atención, podríamos haber traido un elefante que nadie se hubiese enterado, migraciones fue nuevamente rápido y en el carrusel de las valijas nos dimos cuenta que en los revoleos que le hacen, me habían roto una traba, pero ya sabía que eso podía suceder, de todos modos, salimos sin que nadie nos checkee nada, y ni ganas de hacer reclamo alguno teníamos luego de casi un día de haber salido del hotel para regresar a una Buenos Aires envuelta en la misma lluvia que nos vió partir


BUENO, ESO ES TODO, ESPERO QUE LES GUSTE, QUE A ALGUNO LE SIRVA DE ALGO, LAS COSAS DE LAS QUE ME QUEJO LA VERDAD SON MÍNIMAS, VOLVERÍA A HACER CADA PASO QUE DÍ, SOLO LO PONGO PARA AQUEL QUE NO LO SABE, LO TENGA EN CUENTA