martes, 16 de julio de 2013

MIS DIAS CON MANUEL - 02 de Abril de 2013

Este ha sido un día muy especial, tanto que casi ni quiero hablar de vos y si quiero hablar de mi y de lo que ha pasado. Ya tenés un año y medio y sos una máquina de descubrir nuevas picardías, estás cada día más lúcido, e inquieto en la misma proporción, pero como lo dije antes, no quiero hablar de vos. Quiero contarte de mi propio relato lo que te vas a enterar como anécdota con el correr de los años.

El día era como un feriado como cualquier otro por el recuerdo del 2 de Abril de 1982, cuando se produjo la gesta de Malvinas, de la cual seguramente ya te habré antes contado al momento que leas esto. Sin embargo, por más feriado, yo tenía que trabajar, máxime teniendo en cuenta que estamos juntando el dinero para hacer ese viaje a Europa que tanto hemos soñado, pero que tan caro resulta ser, así que para mí no había feriado, desde la mañana me había ido con la vieja camionetita que hace tan solo un mes pude comprar para no seguir rompiendo el auto con las herramientas y el uso propio indebido como vehículo de laburo. Esta vez me tocaba una alarma en las afueras de La Plata, en Olmos, bien lejos. Por suerte el trabajo no se complicó más de lo habitual y pasadas las 16hs emprendimos el regreso corridos por la lluvia que por momentos caía copiosa y hacía que el limpiaparabrisas inutilmente girara sin que la visión mejorase. Ya a esta altura, la avenida 44 comenzaba a juntar agua en varios sectores de la entrada a la ciudad, es más, yo protestaba por la poca tenida que poseía el vehículo, sin darme cuenta que en realidad en varios sectores ya habían varios centímetros de agua. Yo tenía que ir a otro trabajo en 20 y 51, justo frente a la plaza (oh casualidad) Islas Malvinas, sin embargo, cuando doblé en la 20, saliendo de la avenida, me dí cuenta que el tema venía serio con el agua, la calle ya tenía en varios lados tanta agua como para llegar casi hasta el borde del cordón y lo que era peor, es que las calles laterales se estaban convirtiendo en caudalosos ríos que provocaron que en una esquina se me deslizara lateralmente la Fiorino, a la que tenía que pedirle cada uno de sus exiguos HP para que siguiese avanzando. Cuando llegué frente al domicilio tuve que decirle por teléfono al cliente que no podía descender, toda vez que el agua ya amenazaba con subirse a la misma plaza, así que sin dudarlo puse marcha hacia nuestra casa. En ese momento tenía solo dos cosas en mente, una era que quería llegar a casa para estar con ustedes y la otra era que no podía darme el lujo de que se parase la camioneta porque con la cantidad y fuerza del agua tenía miedo de que la arrastrara y me hiciera chocar, así que al reanudar la marcha tuve el dilema sobre cual calle me convendría tomar. El agua parecía venir desde el norte, al menos en esa zona, por ende pensé que lo más lógico era ir por la avenida 19 ya que de última podría llegar a intentar avanzar sobre la rambla de la misma si es que se complicaba la cosa. Y la verdad es que se complicó, ya eran las cinco de la tarde y la lluvia era imponente, la 19 se estaba inundando rápidamente y yo apenas si conseguía avanzar con la camioneta, tomé la desición, creo que acertada, de llevarla acelerada en segunda marcha y manejarla solo con el embrague, aun a riesgo de dañarlo, pero bajo ningun motivo deseaba que se detuviese el motor si es que quedaba bajo el agua, en más de una zona se pudo oir el clásico !Plop, plop! sinónimo de que el caño de escapa estaba por debajo del agua, con un poco de miedo dejé al muchacho que me ayudaba cerca de su casa y tuve que hacer todo un rodeo para llegar a nuestra casa mientras no paraba de llover y como siempre, la 19 frente a la VTV, ya había comenzado a inundarse.

Una vez en la seguridad de nuestra casa, la verdad es que me olvidé del tema, no era la primera vez que algunas zonas de la ciudad sufrían con el tema del agua, allá por el 2001 me tocó ver los estragos de una inundación por el centro de la ciudad, por la zona de calle 13 y 44, así que ni siquiera me imaginaba que podría ocurrir lo que luego aconteció; justamente, teniendo en mente ese dato, cuando comencé a construir nuestra casa, tomé la cota del vecino que estaba más alto, a quien en ese momento el agua no le había alcanzado, e hice nuestra casa 20 centímetros por arriba de su nivel, por ende siempre me consideré inmune a este tipo de problemas. Por esas cosas paradójicas, en la tele mostraban imágenes de los vecinos que se habían inundado el día anterior en la Capital Federal, pero como yo veo poca tele y como vos te adueñás de los controles remotos para ver el Paka-paka, la verdad es que ni atención le presté.

Avanzó la tarde y ya empezaron los problemas con los teléfonos, si antes andaban mal, ahora tenían excusa para hacerlo peor, lo raro fue que la telefonía fija fué la primera en comenzar a funcionar como el diablo y para que no se faltara a la regla, como en cada lluvia fuerte, en bastos sectores de la ciudad comenzó a desaparecer la electricidad, sin embargo, nosotros estábamos bastante ajenos a todo eso, salvo por alguna llamada ocasional que preguntaba por como iba la cosa. En eso estábamos cuando escucho que desde la vereda el vecino me llamaba para pedirme algo y cuando me asomé a la ventana pude tener la primer idea de que esta vez no era una simple caida de agua, a esa altura, cuando la noche ya le había ganado el duelo al día, el agua sobre la calle ya había llegado a la altura de nuestra casa, y seguía avanzando buscando la calle 516, contenida por la subida que hay en el lugar. El vecino quería de mi arena para fabricar unas bolsas que detuviesen el agua que le estaba entrando por el garage que era bastante más bajo que la casa, asi que bajo la lluvia salí a darle una mano, habré estado media hora, pero llegó un momento en que el agua ya le había ganado los zócalos de la casa y se veía que cualquier esfuerzo por contenerla sería esteril, así que me pegué la vuelta a casa, con el agua que en nuestra vereda ya llegaba al borde inferior de la reja. Noella estaba en pánico, por suerte con mucho tino había comenzado a juntar las cosas más relevantes para llevarlas al piso de arriba, luchando con vos que para variar te querías subir las escaleras detrás de ella. Yo trataba de calmarla asegurándole que no ingresaría el agua, que aún teníamos unos 20 centímetros de ventaja, pero Noe no oía y tenía razón, en pocos minutos el agua comenzó a rodear la casa y dasapareció la vereda, el garage y el patio, encima, en ese momento, pasó una camioneta frente a casa (un pelotudo) y la ola hizo que el agua ingresara por primera vez a nuestro hogar. Me fuí a la camionetita que ya tenía agua hasta el piso y saqué un aplicador de silicona y sellé las puertas en un vano intento por tener hermética la casa, y la verdad es que dió bastante resultado, se podía ver por la puerta balcón del fondo como el agua comenzaba a subir hasta unos diez centímetros más por sobre el nivel de nuestros pisos, en ese momento fue cuando la presión hizo que el baño comenzara a ingresar agua desde la rejilla y por debajo del inodoro, y también por la rejilla del baño, así que en poco tiempo los pisos estaban cubierto por agua. vos estabas arriba ajeno a todo, por suerte, sinceramente creo que subestimé lo que podía pasar, en todo momento recordaba el esfuerzo qeu me había sido traer tanto y tantos camiones de tierra para levantar el nivel de la casa, pero no fue suficiente. Comencé a filmar y fotografiar como el agua llegaba a los zócalos, pero cuando paró de llover, Noe me dijo que -"bue, por lo menos ya no llueve"- sin embargo, me asomé a la ventana y veía como los desechos que flotaban por la 19 iban en sentido contrario al arroyo El Gato, lo peor debería estar por llegar, simple física y se lo hice saber.








andnbsp;No me equivoqué, en media hora el agua fué creciendo ganando cada uno de los escalones de la casa hasta llegar al tercero, tuve antes que cortar la luz por precaución. Mientras tanto, por las redes sociales ya se empezaba a vislumbrarse la magnitud del desastre, los servicios de noticias comenzaron a hablar sobre lo que estaba pasando en La Plata, mientras tanto, nosotros estábamos todos arriba, calentitos, en la cama, juntos, hasta los perros estaban compartiendo el piso con nosotros, sin embargo, aunque en ese momento aun no lo sabíamos, en otros lados de la ciudad el panorama no era tan alentador, la ciudad de a poco se fue llenando de agua y de espanto, dolor y muerte. Con una clienta amiga, mientras duraba la carga del celu, fuimos dándonos apoyo mutuo frente a la inundación y ya la noche no dió para más, sin tele ni música, y cansado, ya no tenía muchas excusas como para seguir en pie y te dormiste luego de tomar la infaltable teta de tu madre, a pesar que yo había bajado antes con el agua más arriba de las rodillas, a prepararte una mamadera.

Fue una noche larga, dormimos esporádicamente, claro que eso te excluye, por suerte, creo que serían las cinco de la mañana y me calce la linterna de vincha y salí a la calle a ver como estaba todo. Nada podía ser más desolador. El agua estaba allíandnbsp;incólume, negra. Había un silencio de muerte y flotaba muerte por el río en que se había convertido la 19, la verdad, no creo que pueda olvidar lo que vi en ese momento, las cosas que pasaban flotando frente a mi sin destino, por un momento se me vino a la mente un escena de la pelicula Titanic, cuando ya hundido y luego del griterío, solo estaban a flote los últimos estertores del barco rodeados de un silencio tan negro como la noche misma; para hacerlo todo más dramático, el potente haz de luz dejaba ver claramente como caía una fina llovizna de cenizas que venían de la destilería que se había estado quemando ese mismo día. No quise ver más, me dí media vuelta y regrese a casa para tener la dicha de verte a salvo aferrado a los brazos de tu madre en uno de los pocos momento en donde consiguió dormirse esa noche. Los perros me miraron volver pero ni amagaron con moverse de donde estaban, y a lo sumo movieron sus colas como para que sepa que estaban felices de verme, pero más lo estaban de estar secos y en familia. Con la llegada del día y su baño de luz, la tragedia cobró dimensiones verdaderas frente a nuestras narices, la gente venía de todos los lados, la improvisación y los nervios ganaron todo. Los servicios no andaban, prácticamente estábamos incomunicados. Poco antes del mediodía, cuando las aguas habían comenzado a retroceder rumbo al Gato, mi hermana vino a buscarte y te llevó entre algunos llantos, para darnos algo de tiempo a intentar limpiar la letrina en que se había transformado la casa. Claro que no voy a entrar en detalles, algún día, más tranquilo y más desapasionado, voy a escribir en serio sobre esta tragedia, pero quiero que sepas una sola cosa antes de ponerle un punto final a mi relato, lo único, pero lo único que realmente me importaba que estuviese bien eras vos, todo lo demás se podía hundir en el agua que no me importaba. Siempre tené eso presente.